miércoles, 16 de febrero de 2011

Trashumancia en Sanabria - Historia


El paisaje de la serranía sanabresa es fruto de un ancestral aprovechamiento ganadero que permite considerar sus pastizales como áreas de agostada. Sin embargo, no se han encontrado fuentes documentales que relacionen históricamente la comarca sanabresa con la trashumancia, lo que implica que este sistema de aprovechamiento ganadero sea un hecho reciente. Muy por el contrario, y extrapolando la historia de las comarcas cercanas, se puede fijar su arraigo en épocas anteriores a los romanos.
La influencia celta en el occidente peninsular dejó la impronta de una vida pastoril. Los pueblos celtas que ocupaban la comarca sanabresa eran eminentemente ganaderos, que combinaban la explotación de los pastos de sus sierras con los de las áreas más sureñas y climáticamente más enigmas que posteriormente se designarían como "extremos". En los principios del otoño, gran parte de sus habitantes disponían de sus ganados y emprendían la trashumancia a esas zonas más templadas de la Península. Este supuesto origen celta de los sanabreses está basado en los restos existentes de antiguos castros y citanias, como los de Vega del Castillo, Trefacio, Hermisende, Puebla, Castrelos, etc., repartidos por toda la comarca, así como por la referencia toponímica. Allí llegarían los celtíberos, los vacceos, los vetones y los lusitanos.

Algunos autores perfilan curiosos modelos de vida para estos pueblos., dentro del pueblo los habitantes se repartían las tareas. Los que emigraban como pastores llevaban sus ganados y los de las familias que se quedaban encargadas de la agricultura; como no volvían hasta primavera, no podían hacer las sementeras y, por esta causa, sembraban y cosechaban los que se quedaban, entregando a los trashumantes la parte que les correspondía en pago de haber sido sus pastores aquel año. En la temporada siguiente los papeles se invertían, quedando al cuidado de la agricultura los que fueron pastores el año anterior y viceversa, garantizando así unos y otros cumplir bien su cometido.
El periódico y bianual viaje se realizaba por rutas establecidas con anterioridad a las calzadas romanas. De entre los caminos, el que mejor se adecua a las necesidades de poner en contacto la comarca sanabresa con las tierras sureñas es el denominado "Camino desde Galicia por la frontera portuguesa a las Extremaduras". En el recorrido que establece existen lugares fácilmente identificables hoy en día, si bien otros probablemente se refieran a parajes cuyos nombres han caído en el olvido. El punto de origen lo sitúa en Viana del Bollo, localidad de Orense (Viana do Bolo) próxima a la Sierra de Porto, que marca el límite provincial actual entre Zamora y Galicia. El itinerario recorre los siguientes lugares (entre paréntesis se indica el nombre actual identificado):


Frade Cabalos.
Dentro de la provincia de Zamora:
Adradas (Las Hedradas).
Luvian (Lubián).
Mombuey (Mombuey).
Villar de Ciervos (Villardeciervos).
Cabanas de Liste (Cabañas de Aliste).
Gamones (Gamones).
Villar del Buey (Villar del Buey).
Dentro de la provincia de Salamanca:
Cabeza de Framontanos (Cabeza de Framontanos).

Cabeza del Caballo (Cabeza del Caballo).

Berrueco Pardo (Berruecopardol).
Lumbrales (Lumbrales).
San Felice de los Gallegos (San Felices de los Gallegos).
Barba de Puerco. Villar de Ciervos (Villar de Ciervo).
Villar de Yegüa (Villar de la Yegua).
Gallegos de Argañán (Gallegos de Argañán)
Ciudad Rodrigo (Ciudad Rodrigo).
Postores (Pastores).
Pedrosin.
Venta del Caballo.
Dentro de Extremadura:
Alcántara (Alcántara).
Valencia de Alcántara (Valencia de Alcántara).
Gallegos.
Cervera.

Queda así esbozado uno de los principales itinerarios que enlazaría los pastos sanabreses con el sudoeste peninsular y que, como se ver posteriormente, coincide ampliamente con una de las vías pecuarias utilizadas por los trashumantes en las primeras décadas de nuestro siglo.
Durante el proceso de romanización, dejando a un lado los episodios bélicos, las leyes romanas reconocían la "trashumación" y protegían los caminos pastoriles, los cuales incluían los puntos más convenientes para alimentar los rebaños, utilizando en muchas ocasiones el trazado de estas vías para construir sus calzadas.
Posteriormente, en la época visigoda, la vida pastoril y la trashumancia también serian protegidas. Así, el Fuero juzgo disponía que los trashumantes tuvieran acceso a tierras abiertas, ya pertenecieran a la Corona, a los pueblos o a particulares. Sobre la existencia de usos comunales, y especialmente de pastos comunes, hablan diferentes leyes, casi todas del libro VIII: las 26 y 27, título IV, que reconocen el derecho de pastos en los campos abiertos y desamparados para los ganados trashumantes

lunes, 14 de febrero de 2011

Trashumancia en Sanabria

La comarca de Sanabria, a caballo de las estribaciones y los valles del conjunto serrano de Cabrera y Segundera, posee una indudable identidad física y cultural derivada de su especial situación entre las provincias de León, Zamora y Orense y el vecino distrito portugués de Tras os Montes. El duro ambiente de montaña y su localización periférico han marcado el carácter de la región en sus diversos aspectos.
Los recursos pastables de sus sierras en el período estival ofrecen la perfecta complementación con los de otras zonas más meridionales para el tradicional aprovechamiento ganadero en régimen de trashumancia.
Con todo, la trashumancia, vista desde Sanabria, ha experimentado cambios diversos en los dos últimos siglos. En primer lugar, puede conjeturarse que la comarca sanabresa, por causa de la expresada marginalidad geográfica, ha tenido poca o ninguna presencia entre los ganaderos serranos que integraban la cuadrilla mesteña de León. Por contra, existen referencias documentales que atestiguan la presencia de ganaderos trashumantes extremeños en la comarca sanabresa desde mediados del siglo XVIII, presencia que todavía hoy mantienen; en efecto, los merineros extremeños representan otro sistema de aprovechamiento que tiene puntos comunes con el pasado y el presente: poseen grandes rebaños de ganado muy seleccionado, majadas estables en la sierra y una gran tradición trashumante. Realizan sus largos desplazamientos en ferrocarril y sus tierras extremeñas los empujan a Sanabria desde mayo hasta noviembre.


Aunque su incorporación es probablemente mucho más tardía que la de los extremeños, los ganaderos de la comarca zamorana de Aliste integran hoy el contingente trashumante con mayor presencia en Sanabria. Los alístanos (churreros) no cambian de provincia y no permanecen en Sanabria nada más que dos meses, pero completan su ciclo productivo dependiendo de tierras que distan menos de cien kilómetros, efectúan sus desplazamientos por vías pecuarias y mantienen las más puras tradiciones trashumantes, incorporando unos sistemas sociales comunales muy arraigados que plasman en una rígida jerarquía laboral durante la temporada de pasto de las sierras.
Aún quedan otros visitantes ganaderos que, dispersos por tierras extremeñas, salmantinas y zamoranas, se acomodan en la comarca sanabresa durante el estío, llegando en camiones y con calendarios menos estrictos que los demás grupos.
Todos ellos, sin embargo, comparten la condición de ganaderos foráneos. Mas, poniéndose otra vez de manifiesto la dinámica trashumante, unos pocos ganaderos de la parte baja de la comarca, tal vez perpetuando usos que antaño compartían los pueblos del Común de Sanabria, suben en verano hacia las altas sierras de Porto con sus vacadas, y, en cierta reciprocidad con los merineros extremeños, bajan con ellas a las dehesas de Cáceres durante el invierno.


Es objeto de estos artículos sobre la trashumancia en Sanabria, la caracterización y cuantificación de todas estas modalidades trashumantes, insertándolas en el espacio socioeconómico sanabrés. Desde fuera llega la presión urbanizadora, la tendencia a la intensificación, los “modernos” parametros de calidad de vida y la tercialización y globalización de la economía. Las consecuencias son inmediatas: envejecimiento de la población, abandono de las tierras y las prácticas agrarias tradicionales, pérdida de cultura popular, degeneración o desaparición de las razas autóctonas y, en definitiva, un estrés sobre el territorio que en pocos años está provocado cambios irreversibles en la comarca de Sanabria.

domingo, 13 de febrero de 2011

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Manejo del ganado

El rebaño trashumante inicia su jornada al amanecer, aprovechando el fresco de la mañana. Hacia las seis o siete horas el ganado ya ha abandonado el corral, prado o descansadero donde ha pernoctado, y comienza una andadura de alrededor de cinco horas, después de las cuales parar a sestear. El sesteo se realiza hacia la una de la tarde para evitar las horas de más calor. La nueva, puesta en marcha depender tanto de la distancia a que se encuentre el próximo punto de pernocta y de los rebaños que vayan por delante y por detrás, como de lo fatigado que está el ganado. Son frecuentes las conversaciones entre vaqueros o pastores de diferentes rebaños para acordar dónde sestear y pernoctar o si dejar paso a las ganaderías menos cansadas o más rápidas, etcétera.
Mientras que en todas las jornadas las horas de movimiento son, aproximadamente, las mismas, los kilómetros recorridos varían (entre 15 y 25 km.) según el número de jornadas ya realizadas (si el ganado viene fatigado o fresco), del estado de la cañada (si hay comida o no en el cordel), de las dificultades encontradas (cruces con carreteras, pasos por pueblos y ríos, pérdida de alguna res, partos, accidentes y otros imprevistos), de la distancia a los descansaderos y de la presencia de otros rebaños.


La distribución de las reses en la vacada suele seguir un orden jerárquico de edades. Lo encabezan las más viejas - conocen mejor el recorrido y sus peligros las que no llevan terneros. Los últimos animales suelen ser los "pequeños", terneros que realizan por primera vez el viaje, así como los sementales, para los que resulta especialmente fatigoso el viaje dado su corpulencia.
La manada va precedida de alguno de los vaqueros que "sujeta" a los animales más rápidos, mientras otro cierra la cohorte "empujando" a los más lentos. Cuando es especialmente grande, algunos vaqueros acompañan muy de cerca a las reses, situándose en el centro de la manada. Al final de la jornada el ganado es dirigido a los descansaderos, corrales, fincas arrendadas para la ocasión o tramos amplios de la cañada, para dormir, momento que se aprovecha para el conteo de cabezas, por si ha habido alguna pérdida.
En la subida a los agostaderos los ganaderos suelen quedarse a dormir con el ganado, al ser las condiciones meteorológicas más benignas en esta época del año que en el invierno. Sin embargo, algunos alquilan habitaciones en hostales cercanos o pernoctan en ventas o en casas de amigos. En Tornavacas, casi el 84% de los vaqueros permanecen con sus rebaños, por ser ésta una cañada con descansaderos muy mal acondicionados (sin vallado y muy próximos a pueblos y carreteras) y donde es necesario velar al rebaño por la noche, ya que los peligros son grandes, el ganado está inquieto y la posibilidad de "estampidas" es mayor.
En el Puerto del Pico el porcentaje de vaqueros que duermen al raso es muy similar, de manera que son muy pocos los que arriendan algún prado para guardar el ganado y dormir en algún hostal, si se exceptúan algunas de las ganaderías más "fuertes".


Béjar presenta un comportamiento diferente, al ser más de la cuarta parte los vaqueros que no duermen en el campo. Es habitual en este cordel que los ganaderos realicen recorridos cortos. Suelen encerrar el ganado y dormir en sus casas dada la cercanía. Estos datos pueden verse engrosados al ser hecha la encuesta en Zarza de Granadilla, donde la junta de Extremadura ha instalado unos corrales para encerrar el ganado, con agua y albergue para los ganaderos.
La utilización del coche de "apoyo" ha mejorado el ritmo de las jornadas. El automóvil se utiliza para transportar la comida y utensilios de dormir, así como las crías recién nacidas o aquellas que tengan dificultades para seguir el paso de las demás. También se utiliza para adelantarse al rebaño y ver el estado en que se encuentran los puntos de descanso, si éstos van a estar ocupados o no, hacer los tratos para arrendar algún prado donde pasar la noche, si tienen pasto o se les puede echar de comer, etcétera.
En Tornavacas en donde el uso del automóvil adquiere mayor importancia (casi un 74% de los rebaños van acompañados de, al menos, un coche), debido probablemente al peor estado de la vía pecuaria y la cercanía a la carretera, especialmente en el Valle del Jerte. Aquella imagen bucólica de los burros con la merienda en los serones va desapareciendo, para dejar paso a las comodidades y mayor movilidad que ofrece el automóvil.
De los tres puertos, el del Pico presenta un menor porcentaje de rebaños con coche de apoyo -no alcanza las dos terceras partes-. Esto puede motivarlo la lejanía del cordel a la carretera durante muchas jornadas,  o el mejor estado general de la vía pecuaria.

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Bajada

El regreso a las fincas de invernada depende de factores tanto físicos y económicos como climáticos.
La mayoría de los rebaños, en el censo del ganado vacuno, inician su descenso en la primera quincena de diciembre. Esto puede variar de un año a otro, dependiendo de cómo haya "venido" el año. Si en el agostadero hay todavía pasto o bien hay reservas de heno, los ganaderos tratarán de alargar lo más posible la estancia, sobre todo cuando se trata de vecinos del municipio. En caso de que el año haya sido malo o haya llovido ya en las zonas de invernada, puede que inicien la bajada en el mes de noviembre, pero si las lluvias han sido escasas, tenderán a aplazarla.
Aquellos que poseen fincas en las zonas de invernada, realizan normalmente la bajada antes de que apremie el frío, ya entrado el invierno.
El ganado lanar y el caprino trashumante realizan esta bajada generalmente con anterioridad a la segunda quincena de noviembre, de forma que aprovechan un pasto más precoz, no asequible para el ganado vacuno.
La subida hacia los agostaderos se realiza en primavera, cuando las fincas en que el ganado ha pasado el invierno comienzan a agostarse. En esta época el pasto de los cordeles durante el viaje supone un aporte de alimento gratuito y, por tanto, un desahogo para la economía de los ganaderos. La época de bajada, que varía según haya sido más o menos lluviosa la otoñada, se realiza principalmente durante los meses de finales del otoño e invierno. Las malas condiciones meteorológicas y los efectos que ello provoca (mal estado del cordel, zonas encharcadas, desbordamiento de ríos) incita a los ganaderos en algunas ocasiones a realizar el traslado de las reses en camión. Para los dueños, el mayor coste económico que supone este medio de transporte, frente a la trashumancia a pie, puede verse compensado si se tiene en cuenta las incomodidades evitadas. Considerando que en está época las jornadas son más cortas, la duración del viaje se alargaría, repercutiendo en los gastos, a lo que se añade la falta de pasto en el cordel. Por todo ello, algunos de los ganaderos que optan por la subida del ganado a pie durante la primavera, realizan la bajada a los invernaderos en camión.
El uso de este tipo de transporte se incrementa según sea la distancia hasta las fincas arrendadas. En el caso del Puerto del Pico, un recorrido menor de ocho jornadas es realizado generalmente a pie, y a partir de nueve preferentemente en camión, si bien entre las siete y trece jornadas existe un pequeño grupo de ganaderos que optan por una modalidad u otra según incidan otros factores (climatológicos, o que se les haga tarde y decidan bajar en camión para no retrasar la llegada). Los primeros suelen ser rebaños pequeños que van a zonas próximas, siendo más fácilmente manejables en condiciones desfavorables (frío, cordel sin pasto ) que las vacadas grandes que se dirigen a pueblos de Badajoz. En el caso de estas últimas, hay que tener en cuenta que en la bajada el número de cabezas es algo menor que el censado (se han vendido los terneros); al estar más delgado el ganado, en más fácil de embarcar (en verano ha engordado y necesita más espacio en los camiones para no asfixiarse, lo que haría el transporte menos rentable).


En Tornavacas los itinerarios menores de cinco jornadas se realizan a pie. Cuando son mayores, aumenta el uso del camión, aunque éste no suple totalmente el movimiento a pie.
En Béjar el embarque de ganado vacuno se realiza al ciento por ciento para recorrer distancias de 13 jornadas (correspondiente a tres manadas), mientras que en trayectos menores la bajada se realiza trashumando a pie.

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Subida

Debido a los condicionantes físicos y climáticos, el desplazamiento del ganado a las fincas de agostada se realiza fundamentalmente en el mes de junio.
Estas fechas están determinadas en cada municipio por la apertura de los pastos comunales (Bohoyo y Santiago del Collado: día 20; San Martín del Plimpollar y Navarredonda de Gredos: 24; Navalonguilla, Sierras de Béjar y Candelario; 29), o por la de las fincas arrendadas (El Colmenar, El Jabalí, etc.).
Los ganaderos ajustan la salida de las fincas de invernada calculando las jornadas que emplear en llegar a sus respectivos agostaderos en dichos días. Aquellos que tienen fincas propias evitan las aglomeraciones moviendo sus rebaños en fechas diferentes, aunque cercanas.
Los días posteriores al conteo, es cuando se empieza subir. Así, por ejemplo, en el Puerto del Pico el censo se realizaba una jornada antes de subir por el paso montañoso propiamente dicho, de forma que a partir de ahí aún les quedaban una o dos jornadas hasta su destino. A aquellos que utilizaban el Puerto de Serranillos sólo les faltaba un día. En Tornavacas también se censaba una o dos jornadas antes del paso por el puerto, cuando les faltaban dos días hasta su municipio.
En Béjar, dada la dispersión de la zona de agostada, oscilaba entre dos y cuatro días.


Una vez tenido en cuenta el lugar donde se han realizado la encuesta y el censo, se observa cómo en el Puerto del Pico existen tres "máximos". La apertura de los pastos comunales en esta zona de Gredos generalmente se realiza el día 24 de junio (festividad de San Juan); de ahí que los dos primeros grupos (del 15 al 20 y del 21 al 24) sean los que sumen mayor número de cabezas de ganado. En el primer bloque (15 - 20) se encuentran rebaños cuyos propietarios realizan la subida con anterioridad a la apertura de los comunales para, entre otras cosas, vacunar el ganado. En el segundo bloque están aquellos que aprovechan los, pastos de invernada hasta el último momento. Por último, en el tercer grupo se hallan las ganaderías cuyos agostaderos tienen la entrada a finales de mes (como es el caso de San Martín de la Vega del Alberche, día 30), o aquellos que disponen de fincas propias.
En Tornavacas también existen tres grandes bloques. Por una parte, entre los días 12 y 21 se concentran principalmente los rebaños de Bohoyo, Santiago del Collado y Nava del Barco, cuyos comunales abren el día 20. Del 23 al 26 se reparten entre los de Navalonguilla (apertura el día 29) y Cabezuela del Valle, Jerte y Tornavacas, y en el último grupo (27 de junio-3 de julio) prácticamente todos son rebaños cuyos agostaderos están n muy próximos al Puerto de Tornavacas (Puerto Castilla y Tornavacas, principalmente).


La subida de ovejas se realiza de manera más dispersa, desde los primeros días de junio hasta la primera semana de julio. En el caso de las cabras, está más concentrada entre el 22 y el 26 de junio.


Béjar presenta una distribución en la subida más aleatoria en cuanto a cantidad de ganado por día; no así en cuanto a la localidad de destino. Los primeros rebaños que suben se dirigen a varios agostaderos (Piedrahíta, San Juan del Olmo, Nava del Barco), mientras que a partir del día 20 los lugares de destino son en general las sierras del sur de Ávila y Salamanca (Béjar, Candelario y Solana), cuyos comunales abren en torno al día 29 (festividad de San Pedro).

sábado, 12 de febrero de 2011

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Organizacion comunal del pastoreo

El pastoreo en San Martín del Pimpollar se organiza en dos niveles distintos: uno, cuando todos los rebaños están en los agostaderos, y otro, cuando ya se ha producido el descenso a los invernaderos y sólo queda en el pueblo un número muy reducido de animales.
Durante el verano y el otoño la mayor parte del ganado aprovecha terrenos comunales, por los cuales se paga cierta cantidad de dinero. Estos pastos comunales se abren a los ganaderos hacia el día 24 de junio y en ellos permanecen los rebaños hasta su marcha; son muy pocos los ganaderos que aprovechan fincas propias, y en ningún caso existen suficientes terrenos privados para que paste la totalidad del rebaño del propietario.
Algunos dueños de fincas que no poseen ganado las alquilan a los ganaderos, práctica conocida con el nombre de "fanegueo". El precio a pagar por sus tierras es variable; si son "fanegas de marco real", es decir, de cerro, en las que nunca se ha sembrado, se cotizan más que las "fanegas de pan llevar", llamadas así las que se cultivan habitualmente o han sido cultivadas en el pasado.
Al mismo tiempo, un porcentaje de vacas, que oscila entre el 20 y 25% del total, pasta en fincas situadas en pueblos colindantes (dehesas de El Helecho, El jabalí, Navarenas, etcétera) y no pueden entrar en los pastos comunales hasta el mes de octubre. Estas reses reciben la denominación de "vacas acogidas".
Al margen de los pastos comunales y las fincas privadas, dentro del término municipal de San Martín del Pimpollar hay 1.998 Ha. (según datos de la Cámara Agraria) que son propiedad del Ayuntamiento en su mayor parte y arrendadas desde 1977 consorciadas con el Estado. Este terreno se conoce como Zaducro y está dedicado a repoblación de pinos. Acotado en su mayor parte a los ganaderos, en Zaduero sólo pastan 200 cabezas de ganado en una superficie que ronda las 700 Ha., las únicas no acotadas.
Cuando ya se ha producido el descenso a las fincas de invernada, siempre queda en el pueblo cierto número de vacas que, por distintas razones, no trashuman. Este ganado se organiza en una manada concejil o "dula" (aquí llamada "dua").


Tal tipo de organización, muy extendida en todo el país y cuya regulación legal se remonta a dos siglos pasado, tiene como objetivo facilitar el manejo y cuidado de fracciones pequeñas de ganado, imposibles de mantener de forma aislada por los gastos y el tiempo de ocupación que ello supondría.
En San Martín del Pimpollar se sacan las vacas que han quedado en el pueblo - en número que oscila entre una y cinco por ganadería pastar al monte en una sola manada desde el 3 de mayo hasta el 24 de junio. La vigilancia de este rebaño se reparte proporcionalmente al número de vacas que se tenga, de forma que por cada dos vacas hay que cuidar el ganado un día, lo que supone una guardia cada diez días. El turno de vigilancia va corriendo casa por casa dentro del pueblo, empezando tradicionalmente por las de "arriba".
Al mismo tiempo, el Ayuntamiento proporciona un semental a las vacas de la dula. Antes se alimentaba el semental con heno segado en prados del Ayuntamiento y recogido en turnos de cuatro vecinos, pero últimamente este sistema ha dejado de emplearse y el Ayuntamiento paga directamente a las personas encargadas de segar el heno para el semental.


Cuando existe un asocio de ganaderos que han llevado sus vacas a la misma finca, el cuidado de los animales se organiza siguiendo un sistema parecido al de la dula, repartiéndose proporcional mente los días de vigilancia en función del número de reses de cada ganadero. De cualquier forma, la frecuencia de esta vigilancia es muy variable, pues hay ganaderos que procuran dejar solos a los animales el menor tiempo posible, mientras que otros bajan a las fincas donde tienen el ganado en contadas ocasiones.

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Cuidado de los prados

La práctica totalidad de los ganaderos de San Martín del Pimpollar (Ávila)  explotan prados de siega; de ellos obtienen una cierta cantidad de heno con el que alimentan al ganado en épocas en que éste no puede pastar a diente. La fórmula más extendida dentro del pueblo es la de aprovechar terrenos propios y terrenos arrendados en proporción muy variable. Las situaciones extremas, es decir, aquellas en las que sólo se explotan prados propios o prados arrendados, son muy inusuales.
En el mes de marzo se empiezan a regar los prados de siega, al tiempo que se estercolan y se abonan con abono inorgánico. El fertilizante más utilizado es un complejo granulado con un 14% de superfosfato de Cal  y un 7% de óxido de potasio. El riego se realiza mediante una compleja red de canales que derivan agua de los numerosos arroyos que bajan de la sierra, vertiéndola sobre los prados mediante una estructura de zanjas y canalillos conocida como "patas de gallo".


Una vez que se ha subido el ganado a los agostaderos, se sigue regando los prados hasta mediados de julio, cuando comienza la siega, paso previo a la henificación. La siega a mano es cada vez más infrecuente, dado que está muy extendido el uso de pequeñas segadoras mecánicas, muy útiles en prados de dimensiones muy reducidas y con fuertes pendientes; así ocurre en San Martín del Pimpollar en numerosas ocasiones
Después de la siega y la henificación, en la segunda quincena de agosto se vuelven a regar los prados para posibilitar el pastoreo a diente de septiembre-octubre. El año acabar con un nuevo estercolado, en los meses de noviembre y diciembre.

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Manejo y alimentacion del ganado

El mes de enero, cuando las vacas pastan en las dehesas toledanas y extremeñas, es época de paridera, que comienza en diciembre y se prolonga hasta febrero y marzo. Los partos se realizan al aire libre y de forma completamente natural, sin ayuda de ningún tipo.
La razón por la que se concentran los partos en el invierno, aunque no siempre se consiga del todo, es porque así, al llegar la época de máxima producción de los pastos, los becerros tendrán edad suficiente para aprovecharlos a diente. Por tanto, los rebaños trashumantes tendrán siempre la paridera antes que los que permanecen en la meseta norte castellana, de acuerdo con la diferencia estacional en los períodos productivos de la vegetación.
La monta o cubrición se realiza en completa libertad y sólo en rarísimas ocasiones está dirigida; el número de vacas a cubrir por cada semental -avileño o charolés- oscila entre las 40 y 50. Es muy frecuente que varios ganaderos que han arrendado la misma finca compartan los toros. La cubrición suele empezar en marzo y acaba, por lo general, cuando el ganado sube a los pastos de verano.
Antes de la subida se intenta vender el mayor número posible de terneros. La época de venta, variable en todo caso en función de la paridera o de si se ceba o no, empieza a mediados del mes de mayo y suele terminar en las ferias ganaderas, que se celebran por todo Gredos en el mes de julio

En lo que a la alimentación respecta, si bien el ganado trashumante está suelto durante todo el año en régimen de pastoreo libre, en determinadas épocas necesita aportes suplementarios de forraje. Durante el tiempo que pasan los rebaños en las dehesas de invernada no existe una cronología concreta para esta suplementación, dependiendo de si la finca arrendada es lo suficientemente grande para alimentar a la vacada, de si ha habido buena otoñada o no y de otra serie de factores. Lo normal es que se proporcionen raciones de heno -a razón de 4-5 kg. diarios o de paja y pienso -2 kg. de pienso y 3-5 kg. de paja , con mayor intensidad cuanto más cerca está la subida a Gredos, habida cuenta de que el agostamiento de los pastos en Extremadura empieza bastante antes de finalizar la primavera meteorológica.
Una vez en la montaña, el ganado pasta a diente durante los meses de julio y agosto, y ser a principios de septiembre cuando necesite las primeras raciones suplementarias -heno y pienso-, las cuales se ir n aumentando progresivamente hasta que emprenda la vuelta a los invernaderos. Existe un período de tiempo, que va desde mediados de septiembre a mediados de octubre, en el que se suele meter al ganado más necesitado de cuidados en los prados de siega para que, una vez segados estos, los aproveche a diente.

viernes, 11 de febrero de 2011

Trashumancia en la Sierra de Gredos

La trashumancia a pie en los sistemas de utilización extensiva del territorio, hoy día de carácter marginal, es en la Sierra de Gredos de vital importancia para el mantenimiento de una ganadería autóctono de vacuno. En los últimos años, el aumento de la cabaña ganadera ha hecho incrementar el número de cabezas trashumantes, de forma que las explotaciones ganaderas son cada vez más dependientes de la trashumancia.
La mayor parte del tránsito de ganado vacuno hacia las áreas de agostada se canaliza por el Puerto del Pico (56%), tanto por su cercanía a los municipios con mayor cabaña ganadera como por el mejor estado de conservación de la Cañada Real Leonesa Occidental. Los otros puertos, Tornavacas (29%) y Béjar, (15 %), son menos utilizados en los desplazamientos. La cabaña ovina y caprina queda restringida a algunos municipios, transitando por los pasos montañosos más cercanos. Así, el ganado caprino es más abundante en Tornavacas, utilizando el cordel del Valle para el ascenso, mientras que el ganado ovino en el Puerto del Pico sigue la Cañada Real Leonesa Occidental.
El censo realizado muestra que la práctica totalidad de los municipios de Gredos cuentan con una cabaña trashumante que realiza sus desplazamientos a pie, al menos los de subida a los agostaderos. En el censo del año 1986 aparecían municipios del Valle de Amblés y Sierra de Ávila con ganado que trashumaba a pie; en el censo de este año no han sido detectados, posiblemente porque realizan el recorrido en camión.
La mayor parte del ganado que trashuma es vacuno, de raza avileña-negra ibérica, constituyendo la base de la ganadería extensiva de la Sierra de Gredos. La sustitución de este tipo de ganado por otro de características menos rústicas y sobrias conllevaría una mayor dependencia de recursos alimenticios de fuera de la zona, con la consiguiente alteración del medio socio-económico y natural de esta área.
Uno de los grandes problemas que encuentra en la actualidad la actividad trashumante es el deterioro de las vías pecuarias. Un caso patente es el del Cordel de Tornavacas, cuyo mal estado obliga a muchos ganaderos a subir por el Puerto del Pico, teniendo que realizar mayores desplazamientos. El resto de cordeles, aunque en mejores condiciones, presentan en algunos lugares obstáculos que dificultan el paso del ganado y que pueden provocar accidentes, no sólo a los animales sino a los vaqueros que los acompañan. Pese a ello, las rutas que emplean los ganaderos de la Sierra de Gredos en sus desplazamientos se encuentran en un aceptable estado de conservación si se comparan con las del resto de la Península.


Los principales problemas surgen por: 
 
  • Competencia entre usos agrícolas y ganaderos, que provoca la ocupación de la vía pecuaria por cultivos o fincas, disminuyendo su anchura.
  • Ocupación de las vías pecuarias por infraestructuras de transporte o hidráulicas.
  • Utilización como espacio donde depositar residuos, escombros y basuras, generalmente por parte de los propios vecinos del municipio, lo que dificulta el paso del ganado.
  • Utilización indebida por particulares y Ayuntamientos.
  • El otro gran problema para el mantenimiento de la trashumancia es de índole económico, y se relaciona más con la actividad ganadera en general. La falta de estabilidad de los precios pagados a los ganaderos en la venta de terneros, con una tendencia a la baja en los últimos años, y el incremento de los arriendos de los pastos de invernada, están disminuyendo la rentabilidad de esta actividad. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la cabaña ganadera está en manos de pequeños propietarios, que ven abocadas sus explotaciones a la desaparición al no poder hacer frente a esta baja rentabilidad, el futuro de la ganadería extensiva puede enfrentarse a graves problemas



Por todo ello, consideramos que la Administración debe tomar medidas en la resolución de estos problemas, tendentes a una mejor ordenación del mercado ganadero, promoviendo la organización de los productores y favoreciendo la comercialización de los productos de denominación de origen "Carne de Ávila". Al mismo tiempo, es necesaria la conservación de las vías pecuarias, subsanando los problemas existentes, de forma que permitan el aprovechamiento complementario de los pastos en zona de agostada y de invernada sin costes adicionales para el ganadero, como puede ser el transporte en camión.
Así se podrá mantener una actividad de enorme importancia social, económica y ecológica, que ha caracterizado en gran medida el desarrollo histórico de esta región.