domingo, 13 de febrero de 2011

Trashumancia en la Sierra de Gredos: Manejo del ganado

El rebaño trashumante inicia su jornada al amanecer, aprovechando el fresco de la mañana. Hacia las seis o siete horas el ganado ya ha abandonado el corral, prado o descansadero donde ha pernoctado, y comienza una andadura de alrededor de cinco horas, después de las cuales parar a sestear. El sesteo se realiza hacia la una de la tarde para evitar las horas de más calor. La nueva, puesta en marcha depender tanto de la distancia a que se encuentre el próximo punto de pernocta y de los rebaños que vayan por delante y por detrás, como de lo fatigado que está el ganado. Son frecuentes las conversaciones entre vaqueros o pastores de diferentes rebaños para acordar dónde sestear y pernoctar o si dejar paso a las ganaderías menos cansadas o más rápidas, etcétera.
Mientras que en todas las jornadas las horas de movimiento son, aproximadamente, las mismas, los kilómetros recorridos varían (entre 15 y 25 km.) según el número de jornadas ya realizadas (si el ganado viene fatigado o fresco), del estado de la cañada (si hay comida o no en el cordel), de las dificultades encontradas (cruces con carreteras, pasos por pueblos y ríos, pérdida de alguna res, partos, accidentes y otros imprevistos), de la distancia a los descansaderos y de la presencia de otros rebaños.


La distribución de las reses en la vacada suele seguir un orden jerárquico de edades. Lo encabezan las más viejas - conocen mejor el recorrido y sus peligros las que no llevan terneros. Los últimos animales suelen ser los "pequeños", terneros que realizan por primera vez el viaje, así como los sementales, para los que resulta especialmente fatigoso el viaje dado su corpulencia.
La manada va precedida de alguno de los vaqueros que "sujeta" a los animales más rápidos, mientras otro cierra la cohorte "empujando" a los más lentos. Cuando es especialmente grande, algunos vaqueros acompañan muy de cerca a las reses, situándose en el centro de la manada. Al final de la jornada el ganado es dirigido a los descansaderos, corrales, fincas arrendadas para la ocasión o tramos amplios de la cañada, para dormir, momento que se aprovecha para el conteo de cabezas, por si ha habido alguna pérdida.
En la subida a los agostaderos los ganaderos suelen quedarse a dormir con el ganado, al ser las condiciones meteorológicas más benignas en esta época del año que en el invierno. Sin embargo, algunos alquilan habitaciones en hostales cercanos o pernoctan en ventas o en casas de amigos. En Tornavacas, casi el 84% de los vaqueros permanecen con sus rebaños, por ser ésta una cañada con descansaderos muy mal acondicionados (sin vallado y muy próximos a pueblos y carreteras) y donde es necesario velar al rebaño por la noche, ya que los peligros son grandes, el ganado está inquieto y la posibilidad de "estampidas" es mayor.
En el Puerto del Pico el porcentaje de vaqueros que duermen al raso es muy similar, de manera que son muy pocos los que arriendan algún prado para guardar el ganado y dormir en algún hostal, si se exceptúan algunas de las ganaderías más "fuertes".


Béjar presenta un comportamiento diferente, al ser más de la cuarta parte los vaqueros que no duermen en el campo. Es habitual en este cordel que los ganaderos realicen recorridos cortos. Suelen encerrar el ganado y dormir en sus casas dada la cercanía. Estos datos pueden verse engrosados al ser hecha la encuesta en Zarza de Granadilla, donde la junta de Extremadura ha instalado unos corrales para encerrar el ganado, con agua y albergue para los ganaderos.
La utilización del coche de "apoyo" ha mejorado el ritmo de las jornadas. El automóvil se utiliza para transportar la comida y utensilios de dormir, así como las crías recién nacidas o aquellas que tengan dificultades para seguir el paso de las demás. También se utiliza para adelantarse al rebaño y ver el estado en que se encuentran los puntos de descanso, si éstos van a estar ocupados o no, hacer los tratos para arrendar algún prado donde pasar la noche, si tienen pasto o se les puede echar de comer, etcétera.
En Tornavacas en donde el uso del automóvil adquiere mayor importancia (casi un 74% de los rebaños van acompañados de, al menos, un coche), debido probablemente al peor estado de la vía pecuaria y la cercanía a la carretera, especialmente en el Valle del Jerte. Aquella imagen bucólica de los burros con la merienda en los serones va desapareciendo, para dejar paso a las comodidades y mayor movilidad que ofrece el automóvil.
De los tres puertos, el del Pico presenta un menor porcentaje de rebaños con coche de apoyo -no alcanza las dos terceras partes-. Esto puede motivarlo la lejanía del cordel a la carretera durante muchas jornadas,  o el mejor estado general de la vía pecuaria.

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