jueves, 8 de diciembre de 2011

Mazizo Iberico - 4



La vivienda tradicional de los pastores en "extremos" era un "chozo" circular, con estructura de madera, sobre la que se colocaba una cubierta vegetal de "escoba" o "retama" que, debidamente instalada y renovada cada otoño, impedía la entrada del aire y la lluvia. El chozo contenía los camastros, con pies y base de madera, y sobre éstos las pieles de oveja y las mantas elaboradas en Enciso, Munilla, Canales o Ezcaray (La Rioja). En el centro del chozo se hacía el fuego, y el humo ascendía por la cubierta a través del ramaje.
El escaso ajuar de los pastores se guardaba en bolsas de piel o sacos de cáñamo. La iluminación del chozo se conseguía con «teas» de madera de pino seca traídas de las regiones septentrionales, y también con las cañas de los «gamones», planta abundante en «extremos» que, al arder, iluminaba casi sin humo el espacio del chozo. 
Los últimos chozos de material vegetal se utilizaron por pastores del Alto Macizo Ibérico en los años 1965 al 1970, cuando ya la mayor parte de las fincas tenían edificaciones de ladrillo con su chimenea o cocina para preparar los alimentos. A partir del año 1972 no se han conocido en la zona pastores que residieran en «chozos».
Como complemento al chozo se utilizaba «el chozuelo», pequeña construcción vegetal portátil que se trasladaba diariamente al lado del «redil», esto es, junto al aprisco rudimentario y móvil que permite el descanso de los ganados y el estercolado. En la actualidad, al no existir lobos, no es preciso pernoctar al lado de los rebaños, por lo que los ganaderos pasan la noche en viviendas convencionales.
La alimentación tradicional de los pastores del Alto Macizo Ibérico se basaba prioritariamente en el pan. Este alimento se compraba semanalmente a panaderos itinerantes o "recoveros" que visitaban las fincas. Con el pan bien picado la noche anterior se preparaban las migas, alimento mañanero, acompañadas de manteca o grasa de oveja, pimentón y ajos.
Durante el día «se echaba merienda» (embutido o queso), que mantenía al pastor hasta el anochecer, en que comía de nuevo alimentos calientes como patatas, legumbres o sopas y, si resultaba alguna res muerta, y sólo en esta ocasión, la carne fresca hacía su aparición. La narración describe el menú habitual de aquella época.


La actual movilidad de los ganaderos -que suelen disponer de vehículos propios y contar con accesos practicables en la mayor parte de las fincas- hace posible su traslado a los pueblos próximos para adquirir cualquier tipo de producto. Los alimentos en conserva, legumbres, arroz, bacalao, etcétera, constituyen su dieta habitual, prescindiendo casi siempre, por costumbre, de verduras y frutas. Pese a estas facilidades, las migas siguen siendo en las mañanas de invierno «su cotidiano alimento».
Con el traslado en ferrocarril ha desaparecido el problema que presentaba el ajuar ("hato") que cada pastor llevaba en las caballerías, y esto ha llevado a incrementar el número y volumen de los objetos transportados. Sin embargo, el pastor trashumante, como buen nómada, utiliza muy escasas herramientas, y entre ellas siempre aparece la navaja, el punzón, hacha, envases, botiquín para prácticas veterinarias, caldero, cubiertos, útiles de limpieza, radio y pocos más objetos, que junto con las ropas de abrigo, mantas y prendas contra la lluvia, son las pertenencias actuales que los ganaderos trasladan de norte a sur cada año.


En el pasado las ropas de piel (pantalón, chalecos, zagones y pellizas) protegían del frío y de la lluvia. Estas prendas, de piel de oveja, "estezada", las curtían y cosían los propios pastores.
Las pieles de oveja sin curtir servían para colchón, y con pieles se hacían sacos y bolsos, así como protecciones contra la lluvia. El primitivo calzado -primero de piel de vacuno, más tarde albarcas de llanta- ha sido sustituido por la bota de goma, y, al decir de muchos ganaderos es, "junto con el butano, uno de los mejores inventos para nuestra profesión". Las prendas enceradas sustituyeron a los «espalderos» de piel de cabra para protegerse de la lluvia; hoy los trajes de goma reducen la humedad de una labor que se desarrolla todos los días a la intemperie. En nuestros días la prenda más utilizada por los ganaderos es el «buzo», traje de algodón cerrado con cremallera, que se complementa con las prendas para la lluvia.
El transporte de los vehículos de los ganaderos, casi siempre furgonetas o todo terreno, permite que el ajuar sea más voluminoso, pero, en esencia, se han transformado los materiales y no se han incrementado las necesidades.

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