jueves, 20 de octubre de 2011

Andalucia - Córdoba - Los Pedroches - 2


Las dos subcomarcas pedrocheñas, resultantes de un proceso de formación no exento de sentido geográfico y de una percepción del medio agro­nómico (el límite fronterizo entre el señorío y el realengo coin­cidiría con la línea de separación de la isohipsa de 600 me­tros, asentándose los señoríos sobre los socios mejor dorados y más llanos, al contrario Cloe los de realengo), mantuvieron sus señas propias hasta el siglo XIX., los paisajes agrarios tradicionales pue­den aún vislumbrarse, si bien han sufrido modi­ficaciones debido a los acontecimientos desenca­denados en aquella centuria.

Para entender la actual estructura agraria de la comarca de Los Pedroches es necesario cono­cer su evolución desde el siglo XIX hasta nues­tros días a través de las motivaciones que la hi­cieron variar, muy especialmente las de carácter institucional.

Siguiendo la pauta establecida por Las Cor­tes de Cádiz en 1811, la Ley de 26 de agosto de 1837 estipuló la disolución del régimen seño­rial y la supresión del mayorazgo, pero sus re­percusiones, en cuanto a liberalización de tierras al mercado, no tuvieron efecto en la porción occidental de Los Pedroches hasta principios del siglo XX.

En efecto, en la Ley se instaba a los señores ju­risdiccionales, caso de Santa Eufemia y Belalcá­zar, a que presentasen los títulos de adquisición de predios y derechos y prestaciones que sirvie­sen para legitimar sus derechos. A pesar de la ine­xistencia de tales documentos, por ser sus pose­siones producto de sucesivas usurpaciones, ambos señoríos fueron declarados territoriales, reconociéndose las tierras incluidas en ellos como propiedad particular de los antiguos señores. Es­tas propiedades fueron explotadas de forma indi­recta (arrendamientos de períodos muy cortos y a censo), y el acceso a las mismas desde 1838 has­ta 1900 se basó principalmente en la transmisión hereditaria, que apenas llegó a fraccionar la pro­piedad. Es a principios de este siglo cuando la es­tirpe señorial, propietaria plena y libre de sus tie­rras, comienza a enajenar por venta la totalidad de sus pertenencias rústicas. Así pues, la estruc­tura de la propiedad resultante estuvo en gran parte condicionada por los regímenes de tenen­cia y por la naturaleza de los compradores, pu­diéndose distinguir varios casos:


· Vecinos de la comarca que previamente se habían enriquecido con la desamortización civil y eclesiástica, antiguos arrendatarios, administra­dores e industriales, tuvieron acceso a las grandes propiedades, los «quintos», que pasaron así de ser módulos de explotación a ser módulos de venta.

· Los pequeños arrendatarios tuvieron acce­so a la propiedad, bien a través de su participación en sociedades de compra (los quintos posterior­mente se repartían de acuerdo al número de ac­ciones) o bien acudiendo a la reventa especulativa de aquellos vecinos que las parcelaban en peque­ños lotes, lo que dio origen a propiedades mini­fundistas.

· Los censatarios, en su condición de titula­res de un derecho real, adquirieron la tierra tras la redención del censo.

Desamortización eclesiástica. La subcomar­ca oriental de realengo se había caracterizado por albergar un extenso patrimonio comunal compa­tible con una buena porción de tierras en manos de particulares. Los clérigos eran los mayores pro­pietarios de estas tierras, adquiridas por acumu­lación de pequeñas parcelas generalmente dona­das por los vecinos. Las propiedades eclesiásticas en el área occidental eran inferiores. En el con­dado de Belalcázar los bienes eclesiásticos estaban constituidos por un número elevado de parcelas pequeñas y algunas más extensas donadas por no­bles; sin embargo, en el de Santa Eufemia las pro­piedades eclesiásticas eran muy escasas.

La desamortización de los bienes del clero su­puso, en definitiva, un traspaso a manos laicas que permitió ampliar la mediana propiedad y el paso de la explotación agraria por arrendamiento a una explotación directa (algunas fincas fueron adquiridas por sus propios arrendatarios).

Desamortización civil. Tuvo su mayor im­portancia en la subcomarca de realengo, por ser en ella donde existía mayor concentración de bienes comunes y de propios, y supuso un largo y com­plejo proceso enajenador (desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX).


Dos figuras importantes surgen a raíz de las de­samortizaciones de bienes comunales: los «pri­mistas» y las sociedades de compradores. Los pri­meros, personas ajenas a la comarca, se dedicaron a comprar terrenos en las subastas para posterior­mente especular con ellos, revendiéndolos a com­pradores locales. Los más beneficiados fueron los propios colonos, quienes, siendo buenos conoce­dores de las cualidades agronómicas de las fincas que hasta el momento habían estado cultivando, compraron los mejores terrazgos. Las sociedades de compradores se constituyeron por la iniciativa de los vecinos de algunas villas, como las de El Viso y Villanueva de Córdoba, para recuperar los an­tiguos bienes de propios. Los compradores adqui­rían superficies variables de tierra, así como variable era su aportación dentro de la sociedad. Esto dio lugar en determinados casos a una excesiva fragmentación de las antiguas dehesas.

La desamortización civil en la subcomarca oriental y el proceso de transferencia de la pro­piedad nobiliaria en la occidental provocaron la ruptura de las subcomarcas históricas. Al desapa­recer sus rasgos distintivos y crearse gran­des explotaciones de un mismo propietario, con parcelas dispersas en ambas subcomarcas que permitieron la permeabilidad entre los antiguos lí­mites jurisdiccionales.

Los mismos factores históricos que propicia­ron el mantenimiento de la trashumancia en el sector occidental de Los Pedroches, tales como el régimen señorial y la figura de La Mesta, al des­vanecerse en la centuria pasada han ocasionado la disminución en la oferta de pastos para el gana­do trashumante, reorientándose estos antiguos invernaderos hacia el sustento de la ganadería lo­cal o roturándose en busca de nuevas superficies de cultivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario