miércoles, 27 de julio de 2011

Trashumancia en el Mediterraneo - 13



LOS SIGLOS XIX-XX: DECADENCIA DEL SISTEMA TRASHUMANTE


Las últimas décadas del siglo XVIII marcan el inicio del ocaso trashumante. La derogación de los derechos y privilegios de la ganadería, las leyes de fomento de la agricultura y la quiebra del mercado lanero, constituyen el epílogo del hundimiento de este sistema ganadero.
En la época constitucional (siglo XIX) se desmontó definitivamente la estructura local pecuaria y se estableció el marco que rechazaba la propiedad comunal y consagraba la propiedad privada; dos decretos de enero y junio de 1813, respectivamente, disponían la reducción a dominio particular de los baldíos y otros terrenos comunes, y autorizaban a los propietarios para que pudiesen cerrar las heredades.
La desamortización eclesiástica (Mendizábal, 1836), y la de Madoz (1855), en la que se declaran en venta otros bienes pertenecientes al Estado o a los municipios, llevaron a la definitiva privatización de los terrenos de pasto. Prueba de las consecuencias de este proceso es lo que aconteció en muchos pueblos de Alicante, en los que el Estado llegó a vender montes en donde había derechos de aprovechamiento comunes (pastos, leñas, esparto, carbón, etc.), muchos de los cuales se arrendaban a ganaderos serranos; apenas quedaron después tierras comunes, exceptuando algunas en la Vall de Gallinera o allí donde los ayuntamientos o los propios vecinos procedieron a su compra (como en jalón); en general, ya fueran comprados por terratenientes o por pequeños campesinos que se habían intrusado previamente, ello condujo a la privatización y a la progresiva roturación de estos terrenos.


La evolución de la agricultura provocó que las tierras de pastos se convirtieran en cultivos de secano, y que algunos de éstos se transformasen en regadíos, reduciendo la cabida ganadera.
La subida del precio de los arriendos de los pastos fue inmediata (en Castellón, los precios del arriendo de las rastrojeras se triplican en el último cuarto del siglo XIX). Asimismo, la subida general del arrendamiento de la tierra, debido a la mayor rentabilidad de los productos agrícolas frente a los ganaderos, se generalizó en todo este territorio.
Un buen ejemplo de ello lo hallamos en el delta del Ebro, donde con la canalización del Ebro y el acotamiento del arrozal (1857), que permitió su colonización agrícola el valor del suelo se disparó, de forma tal que "Una finca que antes del cultivo del arroz destinada solamente a pastos. sacaba una renta anual de 56 duros, con sus tres mil jornales que abarca, actualmente teniendo solo trescientos cultivados, le han ofrecido por el total de la finca 60.000 duros"(...) "El arriendo de tierras aumentó de manera exorbitante; así, un terreno de cuyo arriendo para pastos se pagaba a 40 pesetas los 90 jornales, se paga hoy a 30 pesetas el jornal y durante los primeros años se ha pagado a 40 pesetas por no tener necesidad de abonar las tierras"; es decir, que el precio de la tierra se multiplicó, tras su puesta en cultivo, casi por 100 en un quinquenio, barriendo de golpe a la ganadería trashumante.
Como consecuencia de la desaparición de las organizaciones ganaderas locales que hubiesen defendido directamente los intereses del gremio, los pasos ganaderos han sido objeto de usurpación por parte de los agricultores y los poderes públicos. En Villafranca, en 1894, se suscita un conflicto cuando el Ayuntamiento decide enajenar terrenos de la vereda que une el invernadero con el agostadero aragonés para atender las necesidades del crecimiento de la población.


En Onda, el Libro de Azagadores de 1955 pone de manifiesto cómo 83 de las 800 Ha. de azagadores se hallan dedicadas a cultivos intensivos de regadío. El desarrollo agrícola, urbano, turístico y de las infraestructuras que se ha registrado en la segunda mitad del siglo XX, a lo largo del litoral mediterráneo, ha determinado la fragmentación de las vías pecuarias y de los terrenos pastables.
Al tiempo, la caída definitiva del precio de la lana, convertida ya en un producto sin valor que debe ser sustituido en las explotaciones ovinas por el de la carne, desencadena que las ovejas trashumantes encuentren una mayor competencia en la producción cárnica por parte de los rebaños estabulados, de las razas obtenidas por mejora genética y de otras especies; esto y la internacionalización de los mercados, suponen un paso más para el estrangulamiento de la economía del sector ovino trashumante.
Por todo ello, la actividad trashumante ha subsistido marginal en el medio rural de forma, cada vez más enfrentada al empuje de un sistema urbano y industrial que ha acabado imponiendo unos criterios de interés público y rentabilidad contrapuestos a los ancestrales modos y derechos de aquélla. Las desfavorables condiciones de mercado para sus productos, el estatus de minusvaloración sociocultural del oficio, la atracción que para muchos ganaderos supuso la demanda de mano de obra de otros sectores, añadido a las obligaciones que comporta el trabajo de pastor, y los condicionantes de la vida seminómada, han hecho que en este oficio y su actividad se haya registrado un goteo continuo que aún dura hoy (en la vecina sierra de Gúdar, en menos de cinco años, 20 de las 87 explotaciones ganaderas trashumantes han cesado en esta práctica al volverse estantes o extinguirse).


Finalmente, la trashumancia, descendente en general, ha contribuido en estos siglos a la instalación, de forma permanente, de los ganaderos del sector serranos en las comarcas levantinas. Algunos procesos migratorios, como por ejemplo la ocupación en el siglo XIX de antiguas dehesas en el Maestrat por parte de masoveros procedentes de las sierras turolenses, o la instalación de antiguos trashumantes como ganaderos estantes, como intermediarios en el comercio de corderos o como carniceros, detectada en las comarcas del Ebro o en las colindantes a la metrópoli valenciana, pueden interpretarse como la culminación de un proceso de promoción profesional y de asentamiento en esas tierras.
Fotos: Santiago Bayon Vera 

No hay comentarios:

Publicar un comentario