miércoles, 27 de julio de 2011

Trashumancia en el Mediterraneo - 12


La actividad trashumante en el territorio: mayor amplitud del invernadero y de los agostaderos


Ya desde la Edad Media, las relaciones trashumantes en el Mediterráneo se habían establecido entre un núcleo de agostaderos en el NW, en las estribaciones montañosas del Sistema Ibérico, y diversos invernaderos extendidos de Norte a Sur a lo largo de la fachada litoral. De ahí que, durante toda la Edad Moderna, los rebaños que bajan al sur de Cataluña y al antiguo Reino de Valencia provengan de las sierras ibéricas de Gúdar, Javaíambre, Albarracín y Cuenca, mientras que al Sur, al antiguo Reino de Murcia, lleguen además de algunos hatos procedentes de aquellas cabeceras (serranías de Albarracín y Cuenca) otros ganados de la Mancha y del núcleo de las sierras béticas de Segura, Alcaraz, Sagra o Baza. Definitivamente, el área trashumante alcanza en la Edad Moderna una extensión mayor que en épocas anteriores y, sin duda, mayor que la que se verá posteriormente.


Comarcas del Ebro y Maestrazgo
Los rebaños trashumantes se repartían en el invierno por las poblaciones situadas en los corredores prelitorales y en los llanos costeros. Algunos de los municipios de destino en la zona eran los de Tortosa, Amposta, Ulldecona,Vinaròs, Benicarló, etc., y aun otros que, contemporáneamente, han perdido el papel de invernaderos, como Traiguera, Alcalà de Xivert, Albocàsser, les Coves de Vinromá, etc. Los rebaños que bajaban a estas tierras eran originarios de las poblaciones orientales de la sierra de Gúdar (Cantavieja, Fortanete, Villarroya de los Pinares, Miravete, Allepuz, Mosqueruela y otros), de la sierra de Sant Just y la Val de Jarque (Escucha, Aliaga, Cuevas de Almuden, etc.), de la sierra de Albarracín (Moscardón y Frías), e incluso de la Cataluña central (Berga o Valldora, por ejemplo).


Valles del Palancia y Mijares
Los ganados serranos se distribuían por las poblaciones de la Plana (Onda, Vila-Real, Borriana, Nules, Castelló o Borriol) y del valle del río Palancia (Jérica, Altura, Sagunto, Segorbe, etc.), y aun otros que dan idea de la mayor amplitud del invernadero (Torreblanca, les Useres, L'Alcora, la Pobla de Tornesa, etc.). Los ganados procedían de las sierras de Gúdar-Maestrazgo (Mosqueruela, Valdelinares, la Cañada, la Iglesuela, etc.), del Pobo (el Pobo), de Javalambre (Camarena, por ejemplo) y de la sierra de Albarracín (Frías, Moscardón, Albarracín, Gea y otros).
En estas comarcas se acusa en la Edad Moderna, de forma más acentuada en el siglo XVIII, la usurpación de las vías pecuarias por parte de la agricultura. Así, en Llucena, por ejemplo, hay pruebas de estas ocupaciones en los aledaños de los abrevaderos, y aun de los permisos concedidos para cultivar viñedo en pleno paso de los ganados.


Llanura central valenciana
Antes de enumerar las localidades entre las que los trashumantes realizan su migración estacional, reseñaremos dos aspectos que particularmente afectan a esta área. De un lado, y como muestra de las trabas que oprimían cada vez más a la ganadería, podemos citar el ejemplo de la Albufera. La Albufera era una notable zona de pastos, que puso bajo su dominio la monarquía, y que ofrecía grandes posibilidades para la ganadería. En efecto, su proximidad a la ciudad de Valencia, unida a la necesidad secular de pastos que tenían los carniceros de la ciudad, movió a este colectivo a intentar conseguir la jurisdicción de los pastos y hierbas de l'Albufera durante la segunda mitad del siglo XVI, aunque finalmente el pleito se resolvió a favor del Real Patrimonio. Entre finales del siglo XVI y principios del XVII, y debido fundamentalmente a la precaria situación por la que atravesaba el erario público, se arrendaron los pastos de la Dehesa al ganado ovino. Esto posibilitó una solución al conflicto sobre los pastizales, al mismo tiempo que suponía una entrada de recursos al Patrimonio; además, con el arrendamiento de los marjales descendió el número de quejas y denuncias contra los rebaños que, de forma ilegal y desobedeciendo las prohibiciones, entraban a pastar en los marjales de l'Albufera. Con posterioridad, varias pragmáticas (de 1671 y posteriores) fijaron la prohibición de pastar y de pasar a cualquier tipo de ganado por la Dehesa o los límites del lago; en los marjales de l'Albufera, al igual que en el resto de la comarca de l'Horta (a excepción, quizá, de Sueca), la ganadería hubo de supeditarse a los intereses de otras actividades, como la pesca y la agricultura, que cada vez conseguía una mayor importancia ocupando las tierras anteriormente destinadas a pastos; la expansión del cultivo del arroz, en detrimento de los carrizales y saladares, constituye una de las principales manifestaciones de ello.
De otro lado, los ganaderos valencianos (entre los que sobresalen los carniceros de la propia ciudad) mantuvieron, al igual que en otros siglos, conflictos más allá de los términos adyacentes, como en Sagunto, y otros. En el siglo XVII se limitó a los ciudadanos de Valencia la franquicia de libertad de pastos en los territorios de realengo de todo el Reino, pues "si no, nadie querría arrendar las hierbas".
A este vasto territorio valenciano bajaban pastores del sector más occidental de la sierra de Gúdar, de la sierra de Javalambre, de Albarracín y de las sierras de Cuenca y el Marquesado de Moya. Las poblaciones que recibían más rebaños trashumantes eran Chelva y Sot de Chera, en la comarca de la Serranía; Quesa, Bicorp y Enguera, en la Canal de Navarrés; Lliria; Chiva, Buñol y Turís, en la Hoya de Buñol; y el municipio de Alzira. Llegaban aquí rebaños de las sierras del Pobo, Palomera, valle de Alfambra (Villalba Alta, Perales, Visiedo, Rillo, etc.), de la sierra de Gúdar (Mosquerucia, Valdelinares, Mora, Linares de Meta), Javalambre (la Puebla de Valverde, Manzanera... ) y Comunidad de Albarracín (Moscardón, Terriente, Frías o Albarracín); pero también, y en gran número, de tierras castellanas, de la sierra Alta de Cuenca (Tejadillos, Moya, Cuenca, etc.) o de Albacete (Chinchilla, Almansa, Hellin, Albacete, etc.).


El Marquesat Corredor del Vinalopó y Vega del Segura
Si bien en el territorio del Reino de Murcia, donde predominaban los aprovechamientos pastoriles, los ganaderos se benefician del interés tanto municipal como señorial de no renunciar a los beneficios derivados de esta actividad; así pues, los grandes ganaderos continúan controlando el uso de la tierra a través de los órganos de poder, bien fuese a través de los señoríos o de los concejos municipales.
Algunos de los concejos que acogían en sus términos rebaños foráneos eran los de Orihuela, Fortuna y Mula, y a las vegas murcianas venían desde las cabeceras situadas en las sierras de Albarracín (Guadalaviar), Guadalajara (Valsalobre, Sela), de la serranía de Cuenca (Cañete, Tragacete, Moya, Zarzuela, Cuenca, etc.) o de la zona baja (Castillo de Garci-Muñoz, San Clemente, Villanueva de la Jara, Iniesta, Motilla del Palancar, etc.), Madrid (Castillejo), Albacete (Yeste, Chinchilla, cte.), Granada (Huescar, Vélez-Rubio, etc.). En Orihuela extremaban ganaderos de la sierras de Albarracín (Terriente), Cuenca o de la granadina sierra de la Sagra (Puebla de Don Fadrique).
A pesar de los cambios que van surgiendo, durante el siglo XVI en Murcia la inmensidad de las tierras de pastos disponibles y la demanda italiana de lana, que se mantuvo hasta su crisis en el siglo XVII, contribuyeron a que estos cambios tuvieran unas características propias. Pero, a pesar de estas bases localmente favorables, la coyuntura general acabó propiciando que a lo largo del siglo XVII la trashumancia, al igual que en el resto de las zonas, sufriera un retroceso.
Fotos. Santiago Bayon Vera 
 


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