domingo, 26 de junio de 2011

Trashumancia León - 5


Las grandes cabañas: Mayorales y rabadanes.
A través del Censo del Marqués de la Ensenada, de 1752, y de las referencias de los viajeros que recorrieron las tierras de León, podemos conocer las principales cabañas que utilizaban los puertos y su distribución. En esta época, los pastores leoneses combinan la trashumancia de sus pequeños rebaños con la difícil agricultura en sus pueblos de origen o con actividades complementarias durante la “invernía”, tales como la arriería, la fabricación de aperos y utensilios de madera, etcétera. Otros alquilan su trabajo a los mayorales o propietarios de grandes rebaños.
Entre los viajeros que nos dan noticias de las cabañas ganaderas podemos citar a Townsend, que, en 1786, en un viaje por Babia, pasa por el pueblo de Truébano y lo describe como “consistente en 22 miserables chozas que pertenecen a los frailes de El Escorial”. Empleaban a 200 pastores para cuidar 28.000 ovejas. Según señala, “para alimentación de los pastores tienen un pequeño molino con una rueda de agua horizontal que trabaja día y noche y un horno que jamás tiene tiempo de enfriarse, porque por la mañana cuece el pan para los pastores y por la noche para sus perros”.


Por su parte, Jovellanos, en 1792, en un viaje desde Asturias a León por Babia, comenta que en esta comarca se apacientan en verano “300.000 cabezas” de ganado merino, pertenecientes a los monasterios de El Paular, El Escorial y Guadalupe, que tienen sus “roperías” en Truébano, Quintanilla y Beberino, respectivamente. En realidad, los tres monasterios eran propietarios de 90.000 ovejas. Cita, además, otras cabañas importantes como la de Sexma, que tiene su ropería en Riolago, las de Salazar y Ondátegui, con ropería en Villasecino, Fernán Núñez (antigua cabaña de la duquesa viuda de Béjar) en el puerto de La Mesa, Duque del Infantado en Torrestío y Negrete en Valdeburón.
En la montaña de Riaño, además de la cabaña de Negrete, fueron importantes en esta época las del Marqués de Iturbieta, el Conde de Alcolea, el Conde de Valparay, doña María Catalina, de Ciudad Real; la de Bernardo de Rojas, de Toledo, y la del Marqués de Perales, entre otras. Algunos pueblos como Lois o Argovejo tenían dos roperías cada uno. En este último pueblo, de los diez molinos existentes, dos molían exclusivamente para los pastores y eran propiedad de dos ganaderos vecinos de Madrid.
Roperías


Las roperías eran una parte muy importante en la intendencia de los rebaños. En ellas, además de fabricar el pan para los pastores y sus perros, se almacenaban los hatos o enseres de los pastores, la sal para las ovejas e incluso servían de enfermería. Pocas de estas construcciones han llegado hasta nuestros días. En Babia, de las antiguas roperías de Quintanilla o Truébano, sólo permanece en pie el caserío de Vildeo en las proximidades de Torre de Babia.
En la comarca de Gordón, en el pueblo de Beberino, se conserva en pie parte de la ropería del monasterio de Guadalupe, con un retrato de la Virgen Morena de Guadalupe en la fachada. Estos monjes Jerónimos utilizaban la mayor parte de los puertos de La Tercia. Junto al antiguo puente medieval de Serrilla, en el río Torio, se conserva el denominado "molino de La Ropería", rehecho a finales del siglo pasado, al lado del cual hay vestigios de la casa solariega donde se hospedaban los mayorales del Duque del Infantado.
Las cabañas de Rojas (conocida más tarde como de la Condesa de Bornos) y la del Marqués de Perales tuvieron una gran importancia histórica en la montaña de Riaño. La primera tuvo su ropería, y aún se conserva el edificio, en el pueblo de Retuerto (Valdeburón). En cuanto a la de Perales, contó con ropería en Las Salas, que aún se mantiene en pie y sirve de vivienda a varias familias; el origen de este edificio se sitúa en 1783, año en que se estipulan las capitulaciones entre el marqués y dicho pueblo para su construcción, que posteriormente pasaría al pueblo de Tejerina, de donde eran los mayorales de la cabaña.

Algunas cabañas han llegado prácticamente hasta la época actual, aunque con unos efectivos muy mermados y con una organización que ya nada tiene que ver con la tradicional. Hasta los años cincuenta, la trashumancia larga tuvo cierto vigor y se mantuvo, de forma que podría parecer milagrosa, pero basada en una racionalidad ecológica indiscutible, como pervivencia del antiguo régimen. Posteriormente, muchas cabañas se deshicieron o cambiaron de manos. Actualmente, todavía es posible encontrar en la montaña de León los últimos representantes de las antiguas cabañas, que a duras penas consiguen sobrevivir con los actuales costes de producción y mercados a la baja. En otros casos las cabañas han dejado su imprenta y su genética en ganaderías que han sustituido los desplazamientos largos por estancias en lugares cercanos, los regadíos del Sur de la provincia.
Sector occidental. Babia

Entre las cabañas tradicionales de la zona de Babia cabe citar la del Conde de la Oliva y la de los Hidalgos de Sena. La cabaña del Conde de la Oliva, como se la conoce en la montaña, hoy propiedad del Conde de Campos, de Orellana, ha aprovechado tradicionalmente los mejores pastos de Babia, sobre todo de las localidades de Torre, Torrestío, Torrebarrio, Abelgas y La Majua. A principios de siglo subían hasta diez rebaños y actualmente todavía dedica a la trashumancia una importante proporción de su ganado. Últimamente ha utilizado los puertos de San Isidro (cuenca del río Porma) y desde hace tres años utiliza los de Maraña (montaña de Riaño). En invierno utiliza sus fincas en Trujillo, entre las que destaca «Mengalozana» y la «Dehesa de Doña Catalina».
Como hemos comentado anteriormente, tanto en esta ganadería como en otras tradicionales que venían a León, era norma que los mayorales y el resto de los pastores fuesen de la tierra. Cabe destacar, en este sentido, al mayoral Benigno Álvarez Pozal, de Torre de Babia, fallecido en 1990 a los noventa y tres años.
La ganadería de los hermanos Hidalgo Álvarez, de la localidad de Sena de Luna, no fue nunca una cabaña muy numerosa. En el presente siglo no pasó de 3.000 ovejas y una buena yeguada, pero tiene fama de ser una de las más selectas. Actualmente conserva un buen hatajo que trashuma desde los puertos de su propiedad en Villafeliz a su finca de «Casas Caídas», en la comarca de La Serena (Badajoz).
La familia Hidalgo ha sabido mantener, con gran dedicación y apego a la tradición, la pureza de esta raza singular, al margen de las modas de cruces indiscriminados que tanto han perjudicado al merino autóctono. Este rebaño es muy apreciado actualmente por todos los ganaderos que quieren recuperar la pureza de sus merinos. Honorio Suárez Rodríguez, de Abelgas de Luna, fue mayoral de la cabaña hasta 1979, permaneciendo en dicha ganadería treinta y siete años. La mayoría de los pastores de esta cabaña eran también naturales de este pueblo.

Otra cabaña que también tuvo importancia en Babia fue la de Francisco Fernández Blanco, de Sierra Pambley. En verano utilizaba los puertos de la Cubilla, de su propiedad, en Pinos de Babia, que posteriormente serían vendidos al concejo de Mieres (Asturias). Su ganado invernaba en las dehesas de Requejo y Quintanilla, en Zamora. Esta ganadería desapareció pronto, al poco de fallecer su propietario en 1915. Poseía entonces 2.000 ovejas, 111 cabezas de vacuno y 38 de ganado caballar.
Actualmente, muchos de los rebaños trashumantes y trasterminantes existentes en Babia y Luna proceden de las dos primeras ganaderías citadas, a través de la pequeña “piara” o "escusa" de ovejas propias, que, como forma de pago, los pastores mantenían en el rebaño del "amo". Con el tiempo, se independizaron y con una “piara” crearon su propio rebaño que, en muchos casos, llegó a tener cierta entidad. Estos rebaños han ido pasando de padres a hijos y persisten en nuestros días.
Foto: Santiago Bayon Vera 

No hay comentarios:

Publicar un comentario