viernes, 10 de junio de 2011

Trashumancia en Extremadura - Historia - y 6


DISTRIBUCIÓN DE LOS TRASHUMANTES EN EXTREMADURA

Aunque el itinerario de las vías pecuarias obedece en su origen a la localización concreta de los pastizales, posteriormente, y en muchos casos, la elección del lugar de invernada ha venido impuesta por el estado viario. En la actualidad, a pesar de emplearse medios diferentes de acceso (camión o ferrocarril) se siguen presenciando los lugares tradicionales de invernada.
La Cabecera Soriana, enclavada en el Alto Macizo Ibérico, dispone de tres Cañadas Reales que permitían el movimiento ganadero hacia las áreas de invernada: Cañada Real Segoviana, Cañada Real Soriana Occidental y Cañada Real Soriana Oriental. De ellas, las dos primeras ponen en contacto las sierras con Extremadura. La Soriana Occidental era utilizada por pastores riojanos y sorianos y dado su peculiar trazado, que atravesaba la Segoviana, las Leonesas y la Vizana, permitía elegir camino y desviarse por otros itinerarios. La Cañada Real Segoviana canalizaba los rebaños de Cameros-La Demanda y los llevaba hasta la comarca pacense de La Serena. La otra gran cañada, la Soriana Oriental, comunicaba los pastos sorianos de Tierras Altas y Valle del Tera con el Valle de Alcudia y Andalucía. Así se comprende que sus rebaños merinos trashumantes se repartieran equitativamente entre los dos grandes invernaderos de Extremadura y el Valle de Alcudia. En la actualidad, unos pocos se dirigen aún a la provincia cacereña (términos de Abertura, Trujillo, La Cumbre y Membrío), siendo más importante el contingente que lo hace a la pacense (municipios de Hornachos, Llerena, Peñalsordo, Retamal, Siruela o Talarrubias).

Los trashumantes conquenses son los que menos presencia tienen en Extremadura, porque las cañadas que parten de sus comarcas los acercaban antes a los pastizales de La Mancha, Campos de Calatrava y Montiel, Valle de Alcudia y Sierra Morena e incluso hacia zonas de la vertiente oriental (Alicante y Valencia). Dentro de la región extremeña se localizan en las zonas próximas a sus tradicionales invernaderos, apareciendo tan sólo en la provincia de Badajoz, en la comarca de La Serena:
La Cabecera de León estaba bien comunicada con Extremadura, porque en ella se inician tres de las grandes cañadas: 1) Cañada Real de la Plata o de La Vizana, con origen en las comarcas más septentrionales, pasa por Benavente (donde se le une el cordel de Sanabria), Zamora y Salamanca; atraviesa el puerto de Béjar, La Vera y Plasencia para terminar en Trujillo; 2) Cañada Real Leonesa Occidental, que recoge el ganado de la montaña central leonesa, atraviesa el Sistema Central por el Puerto del Picó y cruza la región extremeña hasta Trujillo, donde se le incorpora la Cañada de la Plata y continúa hasta las proximidades de Segura de León, casi en el límite de Badajoz con Huelva, y 3) Cañada Real Leonesa Oriental, que tiene su origen en el sector más oriental de la montaña leonesa, en la comarca de Riaño. Su recorrido por la provincia cacereña es muy corto, pero luego se alarga extensamente por los pastizales de La Serena y termina en las tierras pacenses de Montemolín, ya en el límite de las provincias de Sevilla y Huelva.

Por estas grandes vías se desplazaba el mayor contingente del ganado leonés hacia tierras extremeñas, siendo muy pocos los que se aventuraban a invernar más allá (Alcudia, Pedroches, Sierra Morena), incluso algunos de los rebaños se quedaban en las dehesas salmantinas cuando encontraban alimento en ellas. Actualmente los leoneses, asturianos y cántabros, así como los salmantinos y extremeños que agostan en Palencia y Burgos, tienen las fincas de invernada fundamentalmente en el área Centro-occidental, siendo los términos de Alcántara y Brozas los más frecuentados. Entre los que se dirigen a Zamora se diferencian dos núcleos principales: uno en La Serena, y otro al sur del río Tajo (Garrovillas, Torrejón el Rubio, Brozas ... )
Los rebaños del antiguo Partido Mesteño de Segovia disponían de varios accesos por el Sistema Central, ya que a través de él penetraban varias de las grandes Cañadas Reales (La Vizana, las Leonesas, la Soriana Occidental y la Cañada Segoviana). Actualmente, y por el volumen de ganado que transita por ellas -mayoritariamente vacuno- destacan las siguientes vías pecuarias: la Cañada Real Leonesa Occidental, la más usada por las vacadas abulenses; el Cordel de Tornavacas, que discurre por el Valle del Jerte y que es también usado por el ganado ovino, aunque la fuerte presión agrícola y de infraestructuras está forzando a los ganaderos a utilizar el camión y, finalmente, aunque con menor uso, las Cañadas Reales de la Plata y Soriana Occidental, que comunican con los pastos salmantinos de la Sierra de Candelario.

Finalmente, los ganados de la Cabecera Carpetana se distribuyen por toda Extremadura, observándose ciertas preferencias según que el ganado se desplace por vía pecuaria o se traslade en camión y, además, en el primer caso, la mayor o menor proximidad a las áreas de agostada.
Así, los salmantinos y abulenses de las sierras de Candelario que acceden por el área de Béjar suelen invernar en los municipios de la penillanura septentrional cacereña, en torno a Plasencia, Coria y Valle del Tajo; los que van por el Puerto de Tornavacas invernan en el sector central de Cáceres y alcanzan también la provincia de Badajoz, en su sector noroccidental; por último los ganaderos que cruzan el Puerto del Pico tienen las fincas de invernada en la región central extremeña, en los municipios limítrofes entre Cáceres y Badajoz.
En resumen, la mayoría de las cañadas de mayor categoría concluyen en tierras extremeñas, creando una tradición de destinos que aún hoy pervive: los leoneses, que utilizaban las vías más occidentales, trashuman a las dos provincias de Extremadura, al igual que los del Sistema Central (abulenses y salmantinos han desplazado a segovianos y madrileños); desde el Sistema Ibérico Central se dirigen tanto a esta región corno al Valle de Alcudia y, por último, los conquenses, hoy como ayer, apenas se desplazan a las dehesas extremeñas, prefiriendo las manchegas y andaluzas.
Es precisamente esta concentración de ganaderos en Extremadura lo que ha permitido que esta tierra haya jugado y juegue un papel fundamental como enclave difusor de la cultura pastoril. En ella se mezclan y comparten modos de vida y conocimientos que, durante los meses estivales, se distribuirán por los lugares de origen. Lugares en donde los pastores leoneses, abulenses y salmantinos seguirán considerando a Extremadura como el contrapunto a sus paisajes serranos. Se configura así una cultura pastoril con rasgos comunes entre diferentes áreas y que se refleja en los distintos aspectos de manejo del ganado (el cabeceo de las merinas, los tratamientos y curas de enfermedades), culinarios (la popular caldereta o las migas), artísticos (con motivos muy diversos representados en cayadas, colodras o enseres domésticos), arquitectónicos (chozos, corralejas), religiosos (advocación y devoción a vírgenes y santos extremeños por parte de serranos y viceversa, calendario pastoril); así como en la vestimenta y útiles (morrales, abarcas). Pero el máximo exponente surge con la marcada tendencia actual al emparejamiento entre serranos y extremeños. La reciprocidad de estos intercambios socioculturales se amplía con la presencia de los extremeños en los agostaderos serranos.
Todas estas manifestaciones de la vida cotidiana de serranos y extremeños aparecen en los numerosos dichos y cantares que muestran el hondo sentir de la cultura pastoril, como éste tan conocido:



Ya se van los pastores
a la Extremadura,
ya se queda la sierra
triste y oscura...


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