viernes, 10 de diciembre de 2010

Caminos Silenciosos - Razas - 4


Raza de las más emblemáticas en Castilla y León, se asentó en zonas de grandes pastizales, tanto cerealistas como adehesadas y ha constituido la base de la vida ganadera en muchos pueblos, donde dotó de carne, quesos y lana a sus propietarios.
Animales de gran rusticidad, andariegos, que soportan bien los inviernos rigurosos de la meseta norte, se expandieron por las provincias de Salamanca, Zamora, Valladolid y Ávila principalmente, compartiendo áreas con razas bovinas con las que complementaban el aprovechamiento de zonas muy duras que otras razas ovinas no podían ocupar. Con buenas medias de precocidad sexual, prolificidad y producción lechera. Con una mejora de sus condiciones de alimentación y una buena selección ofrece márgenes espectaculares como raza ovina, siempre que se la mantenga en un, régimen de salida a pastoreo.

Factores condicionantes para su futuro son el hecho de estar estrechamente ligada al pastoreo y al aprovechamiento de los recursos naturales, la implantación de la agricultura intensiva y la falta de modernización en los trabajos de la ganadería extensiva, entre otras, cuestiones que la han colocado en una situación de franco retroceso. Su deterioro y abandono ha ido parejo al de los pueblos de los

Procedente del Tronco Entrefino de los ovinos españoles, ocupó zonas llanas de la meseta norte asociándose a los cultivos de cereal donde el redileo en las rastrojeras para estercolarlas era parte fundamental de las labores agrícolas, aunque en otras épocas del año aprovechaban pastos marginales. Con el tiempo tomó el toponímico de la zona de cría, la submeseta norte, y pasó a denominarse en el siglo XIX como Castellana. Desde la antigüedad son conocidas las Ferias Ganaderas de Medina del Campo, de origen medieval, donde la raza tuvo siempre una importante presencia; en Zamora capital se celebra desde el siglo XV la Feria de Botijero, a la que acudían toda clase de animales de abasto; la mencionada feria de Carbajales de Alba (Zamora) era conocida ya desde el siglo XIX.
La raza fue de capa oscura pero a mediados del siglo XIX la importante depreciación de la lana negra por la imposibilidad de ser teñida orientó una sistemática selección hacia la capa blanca, selección que aún persiste y aunque la lana no tienen gran valor, la piel de los lechazos es sumamente apreciada siendo penalizadas las partidas con crías de color negro.

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