domingo, 12 de diciembre de 2010

Caminos Silenciosos - Razas - 12

El cerdo Ibérico tiene su origen en la interacción del cerdo de tipo mediterráneo que surge del tronco primitivo Sus mediterraneus, con el ecosistema de bosque mediterráneo peninsular que se encuentra una vez alcanza la Península, penetrando en ésta por el sudeste procedente de las áreas de la cuenca mediterránea que hoy constituyen Italia, Grecia, y el norte de África. El desenvolvimiento asilado a lo largo del tiempo de poblaciones adscritas a un mismo tipo racial, pero asentadas en diferentes ambientes de un mismo ecosistema tipo, es el origen de la diversidad natural que surge de toda raza animal enriqueciéndola. El Cerdo Ibérico no ha sido ajeno a este proceso natural, y así hoy día presenta una gran heterogeneidad agrupada en estirpes diferenciadas y renococidas desde antaño
En la Península Ibérica es reconocida la existencia de dos troncos porcinos bien diferenciados, el cerdo celta (procedente del Sus scrofa) y el Cerdo Ibérico, (procedente del Sus mediterraneus). El tronco ibérico, sin embargo, se extendió por el todo el litoral mediterráneo, y el suroeste peninsular, ocupando las zonas características del ecosistema de dehesa. Después de pasar por épocas gloriosas de consideración y protección al inicio de la década de los sesenta, una serie de factores coyunturales sumergieron al porcino Ibérico en la más profunda crisis a la que ha sido sometido.
El resultado fue una dramática caída en el censo de animales, que provocó la casi total desaparición de algunas estirpes o variedades, ocasionando la pérdida de abundante variabilidad genética. Los factores que confluyeron para provocar la mencionada crisis del porcino Ibérico fueron tanto económicos como sociales y sanitarios.


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