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Las
aportaciones principales de la actividad, éstas podrían resumirse en:
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La
ganadería extensiva genera productos alimenticios de gran calidad (jamón de
cerdo ibérico, quesos diversos, embutidos, carnes de calidad, etc.).
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Permite
aprovechar y mantener ecosistemas de enorme valor ecológico y ambiental como
pueden ser las dehesas y los pastos de montaña.
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Aprovecha
enormes superficies como son los barbechos, rastrojos, pastizales de montaña y
eriales a pasto, extendidos por amplias regiones de la Península Ibérica, y a
las que difícilmente podría sacárseles mayor provecho.
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En
áreas sujetas a climas áridos o semiáridos, el ovino mediante prácticas
tradicionales (pastoreo, redileo, majadeo) contribuye de manera eficaz a
incrementar la materia orgánica y a conservar la cubierta vegetal de los suelos
más pobres.
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La
ganadería extensiva contribuye a amortiguar el cambio climático.
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El
ramoneo del ganado, especialmente del ovino y el caprino, constituye un arma
eficaz para el control de la proliferación arbustiva y la prevención de
incendios.
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La
ganadería extensiva contribuye, asimismo, a fijar población y mantener el
tejido social en amplias regiones que, por la naturaleza difícil del medio,
carecen de otra alternativa productiva posible.
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De
su actividad derivan directa o indirectamente otros sectores económicos
locales: industrias de transformación de alimentos, artesanía, turismo y hostelería,
que dependen, además de los productos generados directamente, del mantenimiento
de los paisajes y ecosistemas que potencia la ganadería extensiva.
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De
su actividad deriva el mantenimiento de numerosos paisajes muy valorados y
ecosistemas cuya biodiversidad depende netamente del pastoreo.
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Constituyen
la única actividad viable y productiva capaz de sostener la importante
diversidad de razas de ganado que aún se conservan en el sur de Europa.
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Es
una de las pocas actividades económicas productivas humanas que resulta
verdaderamente sostenible.
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Es
la forma de manejar el ganado más ética, al permitir a los animales gozar de
una situación de semi-libertad al aire libre, respetando el ritmo de
crecimiento y las condiciones de vida propias de cada especie.
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Posee
un enorme valor etnográfico.
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Se
adapta mejor que otros sistemas de explotación ganadera a las directrices
europeas del agua.
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Es
un manejo muy adecuado a la recepción de recursos derivados de los beneficios
ambientales que genera.
Por no hablar de la estructuración del territorio abierto a la comunidad, ya que uno de los enormes retos a los que se enfrenta la ganadería extensiva es la tendencia a la privatización del monte y de los recursos comunales en general en beneficio de unos pocos privilegiados que sólo esperan obtener ventajas fiscales y la posibilidad de especular al margen de las leyes medioambientales
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