Un homenaje a los pastores de Fernao Joanes pretenden ser estas palabras. Homenaje a todo los hombre de este hermoso territorio que eligieron un modo de vida duro y sacrificado . Y en especial, un recuero emocionado para los que se fueron , lo que ya cumplieron su jornada.
La tarde está cayendo y el pastor se apresura para que la oscuridad de la noche no le sorprenda. Nubes del norte amenazan lluvia y con la ayuda de los perros recoge su rebaño y acude al viejo refugio. Es el tiempo de comer y descansar, de recuperar fuerzas para la siguiente jornada. Es la vida del pastor un continuo tránsito, un viaje invernal hacia tierras más cálidas y un regreso primaveral al hogar abandonado, un vivir urdido de esfuerzos, carencias, soledad y miseria. Y en ese ir y venir, el pastor nunca se desprende del saber milenario que le ha transmitido su padre, también pastor, y que él sabrá comunicar a su hijo pastor. Saberes no académicos, conocimientos que no dan titulaciones, que sirven para sobrevivir, para mantener a su familia, su rebaño y sus perros. Cultura de la de verdad, la de quienes hacen bien su oficio, aman la naturaleza y la saben interpretar.
Cada año
experiencias similares, pasar haciendo los mismos caminos, reencontrar
fugazmente a otras personas a las que no volverán a ver hasta un año después.
En la trashumancia tan importante como el destino es el recorrido, porque el
pastor es un caminante que conduce su rebaño hasta los pastos de más calidad,
parando en los mejores descansaderos, refugiándose en los apriscos más seguros.
Ellos no cruzan los caminos; los hacen, los mantienen, los conocen, los han
cartografiado en su cabeza. Son una parte del camino. Lo han sido durante siete
siglos.
Y ahora que con una
malentendida modernidad parece que se extingue el pastoreo trashumante y con él
un modo de vida ancestral, queremos rendir el merecido homenaje a todos los
demás pastores que gastaron su vida en las cañadas Que vuestro recuerdo nos
ayude a atravesar la vida.