jueves, 31 de octubre de 2019

El discurrir y discurso de las vías pecuarias - 4



Foto: Hoyos (Cáceres) (Santiago Bayon Vera) 

Factores condicionantes de la trashumancia en la Península Ibérica.

Este tipo de desplazamientos ganaderos era ya común en el mundo antiguo, dándose con gran frecuencia en la cuenca mediterránea donde alcanzó su máximo nivel de desarrollo en la Península Ibérica.
La climatología y la orografía de la Europa mediterránea fueron, según mantienen numerosos autores, los condicionantes principales que convirtieron a la Península Ibérica en el escenario de la primigenia coincidencia itinerante entre hombres y animales. Hipótesis sustentada, entre otros factores, por los datos que atestiguan una práctica similar en otras regiones del mundo clásico mediterráneo, como la Hélade, la Península Itálica y algunas regiones de la Galia y Dalmacia.
Dos factores fueron responsables de este desarrollo en la Península Ibérica:
-          La presencia de grandes mesetas, excesivamente frías en invierno y calurosas en verano separando en unos 700 Km., las montañas del norte, de las áreas de invernada en el sur, lo que obliga a realizar desplazamientos a lo largo de grandes distancias.
-          La combinación de gradientes latitudinales y altitudinales de manera que pueden llevarse a cabo desplazamientos tanto de tipo norte - sur como entre zonas bajas y elevadas.
Como resultado de dichos condicionantes se desarrolló un complejo entramado territorial y social en el que las vías pecuarias constituían el principal elemento canalizador.
Cubriendo grandes áreas de la Península y jerarquizadas por categorías, las vías pecuarias constituyen la más extensa red de vías de comunicación no férreas de la  Comunidad  Europea  con  una  longitud total de 125.000 Km. Las principales rutas o “Cañadas Reales” tienen unos 75 metros de anchura (90 varas castellanas).
Esta inusual anchura es debida, no tanto a la necesidad de canalizar el paso de millones de animales como al hecho de que el camino tenía que proveer suficiente pasto para el ganado durante viajes de cuatro o cinco semanas a través de la Península.
En estos viajes, el ganado y los pastores eran acompañados por animales carroñeros y predadores tales como buitres y lobos. Una interesante flora de plantas herbáceas se fue desarrollando en el seno de las cañadas, actuando como soportes de biodiversidad entre hábitats separados geográficamente.
Aún se conserva prácticamente un ochenta por ciento de toda la red primaria de vías pecuarias y buena parte de la secundaria.

martes, 1 de octubre de 2019

El discurrir y discurso de las vías pecuarias - 3



Foto: San Muñoz (Salamanca) (Santiago Bayon Vera) 

Raíces históricas de la trashumancia: orígenes de las vías pecuarias  
La trashumancia es el movimiento estacional de ganado siguiendo rutas regulares establecidas (vías pecuarias o, simplemente, cañadas). Esta práctica permite el aprovechamiento óptimo de diferentes subsistemas, complementarios estacionalmente, explotando al máximo los pastos que crecen de forma natural a lo largo del o
Desde que el hombre se hizo pastor trashumante en la más remota antigüedad, la necesidad de trasladar el ganado de los pastos de verano a los de invierno determinó la aparición de unos itinerarios que, aprovechando los pasos más practicables (puertos de montaña, vados de ríos, etcétera), fueron tejiendo siglo tras siglo una compleja red de comunicaciones en la Península Ibérica, las vías pecuarias, cuyo uso para estos fines, todavía se conserva.
Los orígenes de la trashumancia ibérica podría rastrearse hasta hace más de 15.000 años, en los finales del Paleolítico. Hasta entonces, el suroeste ibérico - Extremadura, Andalucía Occidental y el Algarve portugués - permaneció como la única porción europea a salvo de los hielos que recubrían el resto del continente.
Ante la irrupción de unos estiajes cada vez más prolongados, la fauna comenzó a efectuar desplazamientos estacionales que los fueron alejando cada año un poco más al norte.
Este viaje faunístico arrastraba asimismo a los clanes cazadores de Homo sapiens, cuando estos se tornaron ganaderos, aquellas atávicas rutas migratorias cinegéticas pasaron a utilizarse, del mismo modo, para sus animales domesticados
En esta transición, el elemento auxiliar del pastor, absolutamente indispensable, fue el perro. El perro salvaje vivía en manadas, se reunía alrededor de los campamentos del hombre paleolítico cuando se lanzaba a una fase de caza. Pero una vez saciado su apetito con los despojos abundantes dejados por los cazadores, el perro acompañó a estos en sus desplazamientos, desplazamientos y hubo un momento en que durante la fase persecutoria el perro adelantó al hombre. Así nació el perro cazador.
La otra labor primera del perro es la custodia, la guarda del ganado que, una vez cautivo, se dejaba cercado para que se reprodujera.