Institucionalización de las vías pecuarias - 1
La primera
referencia escrita sobre la existencia de las vías pecuarias se remonta a los
siglos VI y VII, en que el Fuero Juzgo incluía en sus disposiciones el tránsito
de los ganados por los caminos y sus derechos de pastoreo.
En concordancia
con ello se promulgaron preceptos similares en el Fuero Real y en las Siete Partidas.
Es Alfonso X “el Sabio”, en 1273, quien confiere al Honrado Concejo de la Mesta
la tutela y defensa de las vías pecuarias.
La trashumancia
se convierte así en un elemento crucial de gran importancia económica y social,
que decaerá paulatinamente hasta la disolución de la Mesta en 1836. Generalmente
se atribuye a La Mesta la mayor responsabilidad en el origen y defensa de la red
de vías pecuarias. Según señalan Sáenz Ridruejo (1986) al referirse al Honrado
Concejo “nada semejante hubo en el mundo bajomedieval..., y una de las muchas consecuencias
de tal singular fenómeno fue la gestación de una red de caminos específicos de la
que aún se conservan más de 100.000 kms.”. Sin embargo, teniendo en cuenta que la
actividad de tan autóctona y poderosa organización de ganaderos se limitó en su
origen a los territorios peninsulares de la Corona de Castilla, y en la práctica
sólo a una parte de ellos donde el negocio lanero tenía relevancia, es fácil deducir
que no debió ser esa la única razón por la que surge y se estructura un entramado
de caminos pastoriles que rebasa ampliamente el antiguo espacio económico de Castilla,
sino razones más básicas relacionadas con las características mismas del territorio
peninsular, la disposición de sus principales cordilleras, la amplia representación
del clima mediterráneo con un limitante verano seco que agota la producción en las
dehesas y el carácter climático continental de la mitad norte no atlántica, con
inviernos largos y rigurosos que impiden el aprovechamiento durante un tiempo superior
a cinco meses de la producción de los puertos de montaña.
Este
conjunto de causas, acotando las alternativas para otros tipos de explotación, están
en el origen de una red de cañadas que hacía posible el uso complementario de
los pastos. Precisamente en territorios de la Corona de Aragón ajenos a la influencia
de la Mesta, la red de vías pecuarias alcanzó también una considerable representación,
incluso más densa que la correspondiente de Castilla.
La ganadería
mesteña movilizaba cada primavera y otoño entre dos y cuatro millones de cabezas
de ganado, empujados por las condiciones climatológicas. En verano se dirigían desde
los llanos a las montañas, a los agostaderos, en busca de hierbas verdes con que
alimentar a las reses. Por el contrario, el frío invierno les obligaba a emprender
rumbo hacia el sur, a los invernaderos de Andalucía, Extremadura y sur de Castilla.