Foto: Salamanca (Santiago Bayon Vera)
Fase
que terminaba hacia mediados de mayo, cuando se retornaba hacia los lugares de
origen, cuando se regresaba hacia las montañas que desde pequeño se habían
visto, vivido y recorrido, concluyendo con esta vuelta el ciclo completo
pastoril e iniciando, por ende, uno nuevo que conllevaría la repetición de
todas las peculiaridades descritas, que revitalizaría la vida en medio de la
montaña por medio de la actividad ganadera y pastoril, que , en
definitiva, posibilitaría la
continuación de esa vida en un entorno
hostil y duro, al que estaban perfectamente acostumbrados y del que no sabían
desprenderse.
Todo
un mundo, toda una forma de vivir que se ha ido perdiendo de forma vertiginosa
y acelerada, debido principalmente a los grandes cambios que de todo tipo se
han vivido en los últimos treinta o cuarenta años. Una cultura, con sus
manifestaciones y elementos cotidianos, que paulatinamente se nos ha escapado
de la mano, ya que no ha podido soportar ni arrostrar la caída sociodemográfica
y ganadera del Pirineo, derivándose de ello el que se haya dado al traste con
este eslabón de! ciclo pastoril. Caída
acelerada en lo que nos atañe por e! constante carácter marginal de lo
pastoril, aun en las comunidades más ricas, donde el pastor siguió sumido hasta
la aparición de la industrialización en un arcaísmo inamovible, basado por otra
parte en la fuerte jerarquización de la institución de la casa.
De
este modo, la vida pastoril y su hacedor, el pastor, ha ido poco a poco
diluyéndose, desapareciendo sistemáticamente cada uno de los aspectos que la
configuraban, conllevando lo anterior la práctica imposibilidad de volver, a
ver alguna de las manifestaciones del ciclo pastoril. Postreros coletazos de una actividad y de
unas culturas, a cuyo desarrollo se le concedía especial y vital importancia,
pues en torno a ella giraba el devenir diario y cotidiano. Desaparición, por
tanto, de una figura especial y noble, de múltiples saberes y de grandes dotes
humanitarias, constituyendo la principal figura de la sociedad tradicional
montañesa, y la que mejor representaba las dos fases que la han caracterizado,
que han llegado a sintetizar y delimitar al hombre en su conjunto: el nomadismo
y el sedentarismo.
excelente
ResponderEliminarexcelente sintaxis
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