El clima principal fenómeno casual
Una
cañada importante y de largo recorrido enlazaba la Andalucía hética con las
montañas ibérico-sorianas. Pueden apreciarse bien las grandes diferencias
climáticas existentes entre los extremos de ella si representamos de forma
gráfica los datos de dos de sus observatorios y enfrentamos esos gráficos entre
sí. Por ejemplo, las relativas a los de Sevilla y Vinuesa, esta última,
localidad situada en las montañas de Soria, a 1.017 m de altitud y a más de
cuatro grados de latitud septentrional respecto a aquélla. La temperatura media
anual es de 18,8 grados en la localidad sevillana, mientras se limita a 9,6 en
la castellana; y si el pluviómetro de la segunda recoge al año un total de
1.002 mm de precipitación, la del andaluz se reduce a 571. Estas precipitaciones
sevillanas se producen cuando las temperaturas no han alcanzado las altas cotas
propias del estío. En consecuencia, hay aridez acusada desde el comienzo del
mes de mayo hasta bien entrado el de septiembre. En contraste con esto, la
aridez de Vinuesa es limitadísima en intensidad y en duración, tanto que puede
considerarse prácticamente inexistente. En la consecuencia de que, en esta
localidad de las montañas ibéricas, las temperaturas sean bajas, y sostenidas,
además de altas, las precipitaciones.
Contrastes
similares ofrecen los extremos de las otras cañadas de largo recorrido.
Emparejemos los referentes a una comarca de las montañas cantábricas de León y
a la baja Extremadura. En concreto, los de las localidades de Rabanal de Luna,
en aquel septentrión leonés, y de Zafra, en la provincia de Badajoz. La
primera, situada a 1.156 m de altitud, tiene un período húmedo que abarca casi
todo el año y suma en total 1.140 mm de precipitación, pero nada más se ve
libre de heladas seguras o probables desde junio hasta finales de septiembre,
es decir, en los meses estivales; en la extremeña, el período húmedo queda
interrumpido desde mediados de abril hasta finales de septiembre y la
precipitación total se reduce a 574 mm, pero, en cambio, las heladas seguras
son aquí desconocidas y sólo hay probabilidad de algunas, y de rara incidencia,
desde diciembre hasta finales de febrero .
Los
de Rabanal de Luna y Zafra son, pues, otros climas que se complementan.
Contrastes similares se dan entre el litoral levantino o el centro de la
depresión del Ebro y las montañas ibéricas o pirenaicas. Y sin que en todo caso
cupiera acortar el camino de la trashumancia. Por ejemplo, en el año agrícola
que se inició el mes de septiembre de 1991 y terminó con el final de agosto de
1992, sólo la franja septentrional que se extiende desde Galicia hasta el
ángulo nororiental de Cataluña ha recibido 800 o más milímetros de
precipitación total. La contornea otra con valores comprendidos entre 600 y
800, pero la inmensa mayoría del restante espacio peninsular del país se
encuentra dentro o por debajo de la isoyeta de los 400 mm.
Fotos: Santiago Bayon Vera
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