martes, 4 de febrero de 2014

Pastores, trahumancia y Pirineos - 2


De este modo, se hace necesario el conocimiento de una faena estrechamente vinculada al medio, del que se protegían y al que protegían, y de la persona que lo llevaba a cabo, al pastor, ese ser tremenda y profundamente humanitario y con unos altos conocimientos y saberes por transmitir, apreciando,  asimismo,  todas y cada una de las etapas que a tal actividad se vinculaban, y comprendiendo, según pasan los años y se vislumbra el rumbo que toma la vida en la montaña, que es una actividad en total y profunda regresión, quedando cada vez menos pastores y por lo tanto, perdiéndose todos los aspectos que la caracterizaban, llegando así a la conclusión que hay que recoger aquellos últimos testimonios de una forma de laborar en vías de olvidarse, de un proceso que está viviendo sus últimos estertores.
Actividad que llevaba implícita la repetición diaria de una serie de tareas por parte del pastor en aquellos momentos, largos momentos que permanecía fuera de la casa, en especial durante la estancia alpina veraniega: levantarse al amanecer para proceder a asearse y a preparar el desayuno, para acto seguido dar la suelta al rebaño; limpieza de todo el recinto “mallata” y cuidado de las reses que, por diversas circunstancias, no podían seguir a las otras por los montes, así como de las crías; preparación de la comida; recogida del ganado a su vuelta; y cena a la luz del pequeño hogar, para  a continuación echarse a dormir en el pequeño espacio que contaba su caseta pastoril.
Todo ello para constatar que-era una actividad que prefiguraba y configuraba el carácter cíclico a la vida de la montaña, posibilitando que el engranaje de actividades fuera  perfecto, apiñándose en torno a la dualidad Puerto-Tierra Baja.
Diversas labores y actividades que configuraban el ciclo pastoril anua! completo, todas aquellas fases necesarias para el buen desenvolvimiento de la vida y de la sociedad tradicional montañesa caracterizadas y delimitadas por esos dos hitos primordiales.la estancia alpina y la partida hacia la tierra llana, hacia las tierras del Ebro configurando dos períodos que podríamos considerar de trashumancia, en especial el segundo, al que va asociado el término, complementados entre uno y otro, en la primavera como en el otoño, por los días que la “cabañera” pasaba por los alrededores del pueblo, por como ellos mismos dicen, los “bajantes”.

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