domingo, 12 de agosto de 2012


TRASHUMANCIA Y TURISMO CULTURAL EDUCATIVO

El creciente desarrollo de las prácticas culturales desde la matriz del turismo natural (excursionismo, cicloturismo y rutas ecuestres), en las que el visitante forma parte activa y directa de la conformación de la propia visita, es otro de los grandes factores de atracción turística que la trashumancia ofrece, en este caso por intermedio de los recorridos por las vías pecuarias y sus infraestructuras conexas como majadas, descansaderos, contaderos, abrevaderos, balsas, pasaderas, corrales, ranchos de esquileo, roperías, chozos, etc.
Puede encontrarse ya en internet y en otros medios de difusión escrita la oferta de distintas opciones de participación en flujos trashumantes, siendo ésta una de las facetas más innovadoras al respecto, es decir, la posibilidad real de acompañar a rebaños en sus movimientos estaciónales. Detrás de dicha oferta se encuentran algunos pequeños empresarios del sector de la hostelería rural, vinculados a su vez al mundo de la trashumancia, en los que subyace el interés por ofertar nuevas opciones de turismo cultural, en las que el turista sea objeto directo de la propia actividad, ayudando en labores auxiliares del quehacer pecuario.
La función participativa es tanto más evidente en el turismo cultural que utiliza recursos de la práctica trashumante como elementos determinante de la visita grupal. La enseñanzas básicas y medias suponen una verdadera cantera en la generación de flujos de visita a infraestructuras trashumantes preparadas a tal vez efecto, así como a museos monográficos o a espacios naturales protegidos, en los que la trashumancia está íntimamente ligada a dichos espacios. En este sentido, los museos monográficos, de interpretación de la naturaleza y etnográficos en general, tienen secciones dedicadas a la trashumancia y cuentan ya con programas educativos concertados a distintos niveles, yendo del básico al universitario, pasando por presentaciones multimedia de carácter interactivo en las que el visitante puede familiarizarse con mayor detalle con la trashumancia: videos, archivos sonoros, colecciones de objetos ganaderos preparados para el manejo del visitante, cartografía temática, etc.


Varios de dichos museos ofrecen la posibilidad de visitar otras infraestructuras trashumantes localizadas en el enclave en el que se sitúan, como los Museos de Guadalaviar, Oncala, Lumbreras, Vaqueiro, Rancho de Esquileo o Centro Fotográfico de la Trashumancia Pirenaica, con los que mediante contacto previo es posible realizar visitas guiadas a sectores de los agostaderos de montaña, majadas, chozos, parideras o corrales de ganado, algunos de los cuales han sido rehabilitados ex profeso para su visita como por ejemplo los «torrucos» de Guadalaviar (Variedad de chozo pastoril), brañas en Tineo o Somiedo, majadas madrileñas o ranchos de esquileos segovianos.
Llama la atención que buena parte de la difusión espacial de dichos centros y ofertas de visita se sitúe en el sector septentrional de España, y que en contraste, en contadas ocasiones se localicen en emplazamiento situados en al mitad meridional del país, pese a existir noticias que indican la futura aparición de algunos nuevos centros monográficos en dicha área.


Castilla y León, Rioja y el sector pirenaico incluido el área vasco-navarra, concentran una parte significativa de los actuales museos monográficos o especializados en la trashumancia, con un número superior a la decena de unidades. La disponibilidad de instalaciones ganaderas e infraestructuras trashumantes asociadas a dichos museos, les dota de un especial dinamismo ya que permite a los museos la implementación de programas de visita vinculadas con grupos excursionistas, universidades o grupos de interés cultural, en los que además tiene un peso determinante la posibilidad de alojamiento tanto en hospedaje convencional preexistente como en casas rurales a demanda, activando así un nivel complementario de renta económica para pequeños empresarios hosteleros locales, que en los últimos tiempos están teniendo un especial interés y protagonismo en realzar las virtualidades paisajísticas, patrimoniales o históricas de los espacios en los que están enclavados, generando guías de mano, páginas web e incluso denominaciones cualitativas, en las que se da una atención preferente a la ganadería trashumante, tal como está ocurriendo en la Sierra de la Demanda burgalesa, la Tierra de Pinares soriana, el sector noroccidental de la Cordillera Ibérica, el sector oriental de la ibérica turolense, la montaña leonesa, o zamorana, Pirineos, Gredos, Cáceres, etc.

Parte del atractivo del fenómeno trashumante radica a su vez en su gran capacidad de captación de visitantes con ocasión de ferias y fiestas monográficas. En este caso, la difusión espacial de dicha atracción es aún mayor, trascendiendo incluso del ámbito peninsular a los contextos insulares balear y canario. Una primera aproximación a este  hecho  permite  contabilizar  casi  una  treintena  de  eventos,  conformada  alrededor  de  ferias, fiestas y encuentros culturales o jornadas académicas; algunos como ciertas ferias  mallorquinas o navarras son tradicionales y se remontan en algún caso al siglo XIV, otros  se han retomado en los años setenta y ochenta del siglo XX, en tanto que en el último  decenio del siglo anterior y en lo que va de siglo se han multiplicado las celebraciones  de estas características, hasta el punto de contarse en la actualidad con más de dieciséis  eventos aparecidos en los últimos diez años, algunos de los cuales van ya por su séptima  edición, hecho que pone de manifiesto la solidez de tales manifestaciones

La reivindicación cultural de la ganadería en general y de la trashumancia en particular en diversas áreas de España, incluidas las insulares, permite augurar la continuidad de las manifestaciones señaladas en el futuro, ya que además de realizarse dicha vindicación desde estamentos institucionales, están surgiendo agrupaciones vecinales, culturales y académicas que dan sustento o apoyo material a la aparición de nuevas ferias, fiestas y encuentros, en las que el binomio de lo festivo asociado al recuerdo de un pasado inmediato supone una importante baza para su mantenimiento futuro; fenómenos novedosos como la aparición de escuelas de pastores (País Vasco, Aragón, Rioja…), espacios naturales protegidos en los que la trashumancia es un hecho destacado (Cebollera, Espadán, Gredos, etc.), y la especialización comercial de distintas ferias (Pujalt, Sineu o León), permiten augurar una línea de progreso en su conocimiento y difusión.
La mayor parte de las manifestaciones señaladas crean un efecto de llamada entre diversos sectores sociales interesados, resultando que año tras año la afluencia a las mismas es mayor. No se cuenta aún con estadísticas fiables y continuadas en el tiempo, pero fiestas como las de Brieva o Lumbreras han llegado a congregar en su última edición a más de tres mil asistentes, en tanto que otras ferias o fiestas registran cifras de visitantes in crescendo, del mismo modo que ocurre en ciertas jornadas o encuentros académicos, en los que la afluencia de comunicantes es cada vez más significativa, contándose con jornadas y encuentros que acumulan ya siete ediciones, de las que derivan libros y actas de congresos, que como las Jornadas de la Trashumancia, vinculadas al Centro de Estudios de la Trashumancia del Museo de Guadalaviar, cumplen ahora su cuarta edición.





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