lunes, 24 de agosto de 2020

Los sabores de la trashumancia - 7

 

Foto: Cañada Real de la Plata . San Pedro Rozados (Salamanca) (Santiago Bayon Vera) 

A mediodía, como el rebaño pacía de aquí para allá, cada pastor almorzaba solo lo que llevaba en el zurrón, sin olvidar un buen trago de vino. Y por las noches, se reunían de nuevo en el chozo grande para dar cuenta de su caldero de sopas calientes o el potaje de garbanzos en el que a menudo encontraban pedazos de aquellos lomos y chorizos que se guardaban en un rincón, en la orza y cubiertos de manteca.

Era el pastor rápido con la honda y la pedrada y los perros carea, más pequeños y veloces que el mastín, su mejor aliado para cazar las liebres y conejos que abundaban por campos y dehesas. Los ojos de aquellos hombres, entrenados a la distancia y el detalle, avistaban sin esfuerzo y entre la hierba tierna que cubría las Cañadas Reales, los huevos de perdiz o codorniz que redondearían esa noche sus sopas de pan. Y en las pozas de los arroyos o en las lagunas pacenses las truchas o los barbos estaban allí para ser cogidos con la mano desnuda, un manjar delicioso cuando se ensartaban en varas de fresno y se asaban después sobre las brasas de una buena hoguera.

Aparte de la caza, la pesca y el huevo ocasional, entendían los pastores de plantas y de hierbas, de bayas y cebollas silvestres. Un conocimiento transmitido, como todos los demás, de una a otra generación y enriquecido con las aportaciones de otras regiones, de otras tierras, tan completas y complejas que es difícil imaginar en nuestros días. Porque no sólo entendían de plantas y frutas silvestres comestibles, que a menudo también tenían propiedades terapéuticas, sino que estaban familiarizados con aquellas que se utilizaban para curar las enfermedades más comunes en hombres y ganado. Plantas astringentes contra las hemorroides y la diarrea como el zumaque (rhus coriaria), la tintura de castañas frescas y el rapónchigo (campanula rapunculus L.); plantas diuréticas tal el ombligo de Venus (umbilicus pendulinus) que crece entre las rocas umbrías; laxantes, entre ellas la malva (malva silvestris),  y que aún se come como verdura en Marruecos; y vulnerarias o cicatrizantes de heridas como la hierba de San Juan (hypericum perforatum L.), el alfilerillo de pastor (erodium cicutarium L) o cualquiera de las geraniáceas. Hasta para el escozor de los pies que sudan mucho ,y debían ser expertos en ello,  tenían el zurrón (chenopodium bonus-Henricus L.) como remedio.

 

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