

“El
genio de España no podrá ser comprendido sin la consideración de este ir y
venir de los rebaños por montañas y llanuras...
Los ganados trashumantes son
centenares y centenares. Cruzan y recruzan toda España. Levantan en las
llanuras polvaredas que se diría movidas por un ejército”.
Azorín:
Una hora de España. Madrid, 1924.
Foto: Mikel Echevarria. Ganadería de Sorral Madiana de Aragon (Santiago Bayon Vera)






El
pastor trashumante es un viajero. En ese sentido, rebuscando entre la
literatura de este género de la Europa ilustrada, hemos encontrado que en la
misma época se publicaron sendos libros que responden a otros tantos modelos de
viajeros: uno es el Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente del alemán Alexander von
Humboldt, para el que precisó diez mulas, treinta maletas, cuatro intérpretes,
un cronómetro, un sextante, un telescopio, una brújula, cartas de presentación del rey de España, ¡ah! y una pistola; el
otro es el Viaje alrededor de mi cuarto del francés Xavier de Maistre, para el
que sólo necesitó un pijama rosa y otro azul. Pues bien, el viaje del pastor
cuando realiza el ciclo de la trashumancia
se sitúa a mitad de camino entre
la desmesura del científico famoso y el apocamiento del hombre recluido en su
habitación. O dicho de otra forma, los enseres del pastor son el rebaño, el
pijama del pastor es la cañada.






Con
esos pertrechos, marchando el rebaño por la cañada, la trashumancia histórica se ha venido verificando durante
siglos, tutelada por la corporación del Honrado Concejo de la Mesta. Ésta
desempeñará un papel fundamental en la
España medieval y moderna, no sólo como institución privilegiada en el seno de las formaciones
políticas de los Austrias y los Borbones, sino como gremio dirigente del
subsector ganadero y aglutinante de amplias capas de la población interesadas
en la granjería lanar. Amparada en un proteccionismo regio, la asociación
mesteña implicó en sus circuitos a súbditos de diferentes ocupaciones e incluso
de expectativas a veces contrapuestas:
ganaderos y pastores, criadores de distinta categoría y terratenientes,
esquiladores y lavadores, comerciantes
y fabricantes textiles,
recaudadores y especuladores de rentas
y de yerbas, la Hacienda
Real y la propia Corona. Eso hizo que los tratadistas del Siglo de Oro
español calificasen a la Mesta y a la granjería merinera como “la principal
sustancia de estos reinos”.

Foto: Ganadera de Sorrosal , Mediana de Aragon (Zaragoza) (Santiago Bayón Vera)
Pues bien, partiremos de los
tipos de pastoreo que se daban en los países mediterráneos, para pasar a
recrear el mundo cíclico de la ganadería trashumante, precisar las
características de las vías pecuarias, analizar la cosmovisión y la cultura
pastoriles, resumir la historia del Honrado Concejo de la Mesta y hacer un
balance actual de la trashumancia en la era de las redes sociales . Cuando los
ejércitos de ovejas, que levantaban polvaredas en las llanuras y recruzaban
toda España, desde el Siglo de Oro de Cervantes al contemporáneo de Azorín,
parecen a punto de rendirse a manos del paso tiempo y sus mudanzas.