jueves, 25 de noviembre de 2010

Caminos Silenciosos - Patrimonio Historico - 2

 
La relación directa con el medio físico puede establecerse a través de los materiales empleados en su edificación, aunque en toda obra humana la evolución está claramente presente. El  hecho de ser una arquitectura básicamente autoconstruida, basada en el puro esfuerzo familiar y personal  dentro de una economía rural de supervivencia, lleva a la utilización  de materiales  de construcción fácilmente accesibles, tanto por su  situación, facilidad de trabajo y economía. La tierra, la madera y la piedra empleadas, son las existentes  en el lugar, estableciéndose  su uso conforme a una jerarquía de calidad  y durabilidad. Se utilizan los materiales  más duraderos, como la piedra, en una gradación  que va de menor en los  edificios auxiliares  y agropecuarios, a mayor en la vivienda, tanto en función  de la capacidad económica y posición de los propietarios como del papel funcional y simbólico de lo construido.

Esta identificación con los materiales locales confiere a la arquitectura rural tradicional una gran continuidad temporal, aunque sus tipos básicos evolucionen, e incluso determinados materiales  de fácil elaboración pero de menor durabilidad sean poco a poco sustituidos por materiales más duraderos. Así se reemplaza lentamente la madera en forma de fábricas mixtas de entramado con relleno diverso, por las fábricas de piedra; este fenómeno que se produce  de un modo muy claro en el bajo medievo por influjo de los incendios masivos, va a ser uno de los impulsos que originarán  modelos diferenciados. Otras sustituciones como el tapial  por el adobe, se deben más  a la  autonomía  y mayor rapidez de ejecución que permite este segundo, aligerando las fábricas  a costa  de un inferior aislamiento térmico que se compensa con la propia evolución  de la cocina.

Por lo general, los materiales proceden del entorno próximo y  con frecuencia el color exterior de esta  arquitectura en su globalidad será  homogéneo creando, cuando los materiales no están revestidos, una imagen de mimetismo con el entorno físico. Este apoyo en los materiales locales se descubre constantemente si cruzamos  los mapas geológicos con los materiales pétreos y térreos utilizados en la arquitectura existente, o  con los mapas de vegetación  y los diferentes  tipos de madera, aunque esto último tenga algunas desviaciones, pues la desforestaciones y repoblaciones  han alterado a veces  de modo local y profundo las características dominantes de la vegetación autóctona.




















No obstante, es preciso matizar estas estrechas vinculaciones con el medio local, pues en ocasiones se produce  el empleo de materiales foráneos, más frecuentemente cuanto mayores posibilidades  económicas tenga el usuario, sobre todo en aquellas áreas  que no disponen de una gama amplia de materiales adecuados. Un claro ejemplo es la escasez de madera en  los páramos y vegas donde las roturaciones  han acabado prácticamente con la vegetación arbórea, empleándose la procedente del área serrana transportada por su famosa carretería; así el pino serrano se utiliza en buena parte  de la arquitectura tradicional.




















Si bien es cierto que en la conformación de los tipos básicos de la arquitectura vernácula un aspecto significativo es el medio físico donde se inserta, no es menos cierto que los diferentes tipos de producción, en relación con las posibilidades del medio físico, son otro factor importante, modificándose justamente con las sociedades   donde se han generado. La vivienda rural con sus dependencias y tierras anejas está concebida como una unidad productiva  recibiendo denominación propia, como el caserío en el  País Vasco, el casal en Galicia, el solar castellano o la quinta asturiana, de tal modo que esta arquitectura por su especificidad es uno  de los signos  culturales  de un lugar, una comarca, una región o un país.

Desde luego las distintas necesidades  que la producción agropecuaria plantea  hacen que  la respuesta sea clara al ofrecer  distintas estancias  o edificaciones específicas  para el uso no estrictamente residencial. Es quizás en esta temática donde mejor se aprecia la relación racional de forma y función, en esta arquitectura concebida como un bien de uso, que no de cambio. Así en las áreas claramente agrarias adquieren relevancia determinados  tipos de edificación  especializada, como los graneros, los palomares, o las bodegas, y por el contrario en las áreas ganaderas  aparecen  de modo masivo, los establos de ganado lanar, o tenadas. No obstante la especialización  que hoy  muestra el medio rural es contradictoria con la mezcla funcional  de dichas edificaciones agropecuarias  y los límites  no son tan claros en la arquitectura, como lo son  en los tipos  de producción  reflejando  una economía rural  anterior más diversificada, en la  que la autosuficiencia tenía gran peso.





















UUna segunda cuestión es la supuesta autonomía de la arquitectura popular, como a menudo se presenta para reforzar sus valores propios, contraponiéndola a la denominada arquitectura culta o de época. La tendencia más habitual es la de considerar los ejemplares  prototipos de nuestra arquitectura popular como un producto atemporal reflejo de una sociedad rural estática.
Esta interpretación se ha visto favorecida por la relativa lentitud evolutiva y  durabilidad limitada de dicha arquitectura. La evolución histórica ciertamente. La  evolución histórica  no es homogénea en un territorio como el castellano - leonés  ni tampoco pueden denominarse “antiguos” los ejemplares  que hoy perviven, (pues en ningún caso  tienen más allá  de seiscientos años y en su mayoría no sobrepasan los doscientos), aunque si clasificar de “primitivo” algunos modelos.






















Otra caracterización que habitualmente se emplea es la autoconstrucción. En la medida en que la edificación es más compleja y evolucionada  y la familia dispone  de algunos ahorros en dinero o en especies, se produce con frecuencia la participación  de especialistas locales o comarcales, carpinteros, albañiles y canteros,  que introducen elementos ajenos a la propia tradición constructiva local,  influidos por las construcciones más destacadas de la zona, sobre todo de tipo religioso en la que a veces participan.


Por tanto la autoconstrucción ha de entenderse, en modelos evolucionados, como una participación directa del futuro habitante en la organización y diseño interno de la vivienda, ajustándose plenamente a sus necesidades  familiares  y posibilidades económicas, con ayuda de peones o maestros locales  en las tareas más complejas por ejemplo cuando se generaliza el empleo de la piedra en el labrado y colocación de sus principales elementos de sillería. A la inversa  cuanto menos evolucionados y  más toscos  son los ejemplares, bien por estar situados  en un área recóndita  o bien por disponer de una economía muy precaria  y pobre, el proceso de construcción  es claramente asumido  en su práctica por el usuario, contando  con una amplia colaboración  familiar y vecinal, a modo de compromiso recíproco de ayuda y prestación de servicios.



















LL
a concepción organizativa de la casa con las edificaciones anejas, y más aún  de la arquitectura auxiliar de uso agropecuario, adopta formas diferentes respondiendo a las peculiaridades  de los diversos tipos de producción  local. Parece claro que el tipo o subtipo es más concreto en el territorio, comarca, subcomarca, y también más variable  al basarse en un proceso de autoconstrucción artesanal, contraponiéndose al empleo estandarizador de los prototipos.
Si bien pueden definirse unos grandes tipos básicos en un territorio, en cuanto a su organización general, la imagen concreta que formalmente muestran es sorprendentemente variada y abierta. Y a veces el tipo puede definirse casi por un elemento característico, como por ejemplo la solana acompañada  por los muros resaltados de la casa montañesa, a sabiendas de que es un tipo limitado por la temporalidad muy concreta de nuestro territorio, sustituyendo a otros modelos anteriores. La propia acotación o delimitación territorial es también realmente difícil pues conviven frecuentemente con otros tipos claramente diferenciados produciéndose  incursiones  minoritarias en territorios  dominados por otros modelos, en un proceso de constante mixtura.
Fotos: Santiago Bayon Vera 

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