martes, 30 de noviembre de 2010

Caminos Silenciosos - Historia de la Trashumancia - 4


La Industria ganadera, que tuvo tan extraordinaria importancia en los siglos XIV a XVII en España, se basaba en el aprovechamiento de la lana de la oveja de raza merina.
Si bien ya en la época de la dominación romana eran famosas las lanas de Turdetania y de la Bética, la raza de oveja utilizada era la churra, de vellón basto y color rojizo, y es en la Edad Media cuando se introduce el ganado merino, de vellón blanco, corto y abundante.
El origen de esta sustitución de las razas de ganado ha sido y es muy discutido, y existen al respecto diversas teorías
Según Klein (1.979) es que esta raza fue traída a España por los Beni-Merines invasión que como se sabe, tuvo lugar desde el norte de África en el periodo de los Almohades  (1. 146) Lo que parece cierto es que antes de esta época la raza merina era desconocida en España y la primera vez que se utilizó la palabra merina, aplicada a ovejas o lana fue en el S.XV, pues son unos inventarios fechados en 1.442 en tiempo de Juan II, los documentos más antiguos en que se ha encontrado el término
El ganado español fue mejorado con la introducción de carneros africanos, y con el estudio y aplicación de los sistemas pastoriles de los árabes.

Por medio de una cuidadosa selección se llegó a tener una raza merina de calidad a la que se dan todos los cuidados, mientras que la raza indígena, o churra fue cayendo en el abandono
El sistema de explotación que se adoptó fue la trashumancia. Los rebaños pastaban en las Sierras del Norte en el verano, y en las dehesas del centro y sur en el invierno. Las causas de la aparición de este sistema de explotación no son bien conocidas, y se han sugerido diversas razones para su explicación. La verdadera causa que obligaba al traslado del ganado era simplemente la diferencia climática, el rigor del invierno en las sierras y el agostamiento en las dehesas en verano.
Así pues, se generalizó un sistema de explotación que ha perdurado durante varios siglos, que suponía el traslado del ganado, en muchos casos, a distancias de 900 Km .Si tenemos presente que en los momentos de mayor esplendor existían más de 3,5 millones de cabezas, nos podemos dar cuenta de la importancia de la operación y en consecuencia, de la necesidad de montar toda una organización alrededor del traslado de los animales.

A mediados de septiembre comenzaban los preparativos del viaje en las Sierras del Norte. Cada propietario marcaba su ganado con su hierro, y se pintaba las ovejas con almagre, una especie de tierra rojiza.
Al conjunto del ganado lanar, caballos, vacas, cerdos, y toda la impedimenta de un propietario se llamaba cabaña, y se conocía como cabaña real o la totalidad de la industria pastoril del reino.
Cada cabaña estaba bajo el mando de un mayoral, y se dividía en rebaños, de unas cabezas cada uno. Los rebaños más pequeños se denominaban hatos, mancidas o pastorías. A cargo del rebaño estaba el pastor, que era auxiliado por zagales y rabadanes, siendo acompañados de perros mastines.
Cada rebaño comprendía también, cincuenta moruecos (carneros reproductores), y veinticinco encencerrados (carneros mansos). Los rebaños iban acompañados por varias acémilas de carga que llevaban todo lo necesario para el viaje: el hato (redes largas que servían para encerrar las ovejas durante la noche), sal para el ganado, alimentos, utensilios de cocina, etc.
El transporte se realizaba por los caminos habitados al efecto, las cabañas, cuyas características ya se han indicado, hacían recorridos de unos 10 Km por día, cuando se atravesaban terrenos libres en los cuales el ganado iba comiendo, y de unos 30 Km. por día cuando atravesaban terrenos cultivados.

El rebaño iba encabezado por los moruecos y las ovejas parideras, con el fin de hacer a esta más descansada la marcha, y que aprovecharan los mejores pastos del camino. A finales de octubre, los ganados se encontraban ya en sus lugares de invernada, en Extremadura, Andalucía o en las costas mediterráneas. Poco después tenía lugar la paridera.
A mediados de abril comenzaba el retorno a las sierras del norte, incluyéndose ya en el rebaño las crías
El esquileo tenía lugar unas veces hacia ¡a mitad del camino, cuando el ganado cruzaba la línea del Duero, y otras veces al llegar a los agostaderos. Después del esquileo el ganado descansaba unos días para reponerse y aclimatarse. A finales de mayo o principio de junio los rebaños se encontraban ya en sus lugares de destino, en Soria, Segovia, Cuenca o León.

Los lugares habitados para el esquileo, cuando se realizaba a la mitad del camino, eran unos cobertizos denominados "ranchos".
 La lana se lavaba en los lavajares, y se llevaba después a las lonjas o laneras, entre las cuales, la más grande era la de Segovia.

Posteriormente la lana se transportaba a las grandes ferias, especialmente a la de Medina del Campo (Valladolid), o a los puertos de las costas del norte, para embarcar con destino a Inglaterra o FIandes.
El Consulado de las lanas estaba enclavado en Burgos y era el encargado de regular todo el mercado de las lanas

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