Fotos: Aldeacipreste (Salamanca) (Santiago Bayon Vera)
Este
esquileo, tan importante para la merina trashumante como para la estante por la
necesidad higiénica de descargar de sus lanas a los ganados con los calores del
estío, se
realizaba en unos edificios ad
hoc, llamados ranchos de esquileo , de donde la palabra pasará a América. Su ubicación sobre el terreno
estaba conectada con lavaderos y secaderos para tratar la lana esquilada.
El transporte
de las sacas laneras corría a cargo de recuas de acémilas o de carretas,
pertenecientes al gremio de
la Cabaña Real de
Carreteros, instituido por los Reyes Católicos en 1497, después de la eficacia
demostrada por las carretas durante la guerra de Granada. Y, aunque la corporación
será suprimida como la Mesta en 1836, algunas
asociaciones carreteriles subsisten hasta la década de los 70 del siglo XIX, cuando
las desplaza el ferrocarril y poco a poco
el camión.

El paso
postrero consistía en la comercialización en lonjas y manufacturas. Las pilas de lanas se compraban en las ferias por regatones mediante un sistema
de adelantos. Sólo una pequeña parte se destinaba a la tejeduría interior, dedicada
a la producción de una pañería basta para
consumo local, mientras que el grueso se exportaba a los mercados europeos, alimentando
los textiles más delicados y de mayor calidad del mercado de lujo. Al punto que
la lana merina será el único producto español que llegue a cotizarse en primera
bolsa de valores del mundo moderno como fue la de Ámsterdam. De esta forma se cerraba
el circuito de rentas de una cabaña merinera en la antigua Corona de Castilla.